miércoles, 12 de enero de 2011

Póquer de ases en la Atalaya


"El cerro de La Atalaya o Torreiniesta. Está situado en las proximidades de Trescasas y La Granja. Es un elevado cerro cónico, pardo y pelado, debido a la tala y sobrepastoreo que en el s. XVIII se realizó por encontrase fuera de los límites de los bosques que CarlosIII adquirió para colmar sus necesidades cinegéticas.
Pontón, Santa Cecilia y la Atalaya de fondo
 Su nombre deriva de una torre árabe de atalaya que se supone haber existido en su cúspide durante la dominación morisca. En la actualidad, junto al pico de la Atalaya existe una torre de comunicaciones plagada de antenas y repetidores."
El sábado estuvimos de cumpleaños (Felicidades Susi!!) y la timba se alargó hasta altas horas de la madrugada, así que cambiamos el madrugón por un poco más de tiempo en la piltra, para estar a las 10.30 en el submarino y no volver muy tarde a comer.


Domingo 09 de enero. El día amaneció despejado sorprendentemente. Los puntuales Juan de picas y Dani de rombos me estaban esperando al otro lado de la presa y Roberto de corazones apareció más tarde tras dar su vuelta de reconocimiento en la rotonda del submarino.

- ¿Nos hacemos una Atalaya?
El cielo azul sobre nuestras cabezas y alguna nube perezosa en las cumbres de la Sierra. Las cartas estaban sobre la mesa, Roberto propone la Atalaya y Dani de rombos decide ver la apuesta, ¡sí señor! no lleva buena mano pero decide arriesgar.
Juan y yo pensamos que vamos a tener algo de viento y mucho barro, pero con el día que hace no importa mancharse un poco. Otra vez, vuelta al pantano, raqueta de Palazuelos y a seguir el camino que sube lentamente pero sin descanso a la Atalaya.


Salen a nuestro encuentro unos perrillos, pero van en son de paz, no hace falta apretar el paso. Empezamos a descubrir que han arreglado el camino, (shhhh! no se lo digáis a nadie) imagino que para acceder a la antena de TV y resulta más fácil avanzar.


El paisaje va ganando en atractivo también. El invierno ha dejado su matiz de colores, con blancos en la cumbres nevadas, tonos pardos en las faldas despobladas, el verde de los pinares de Valsaín y rojizos de los helechos secos.


El camino está húmedo pero no con el barro que imaginábamos, el terreno es firme y casi sin charcos, que según ha estado lloviendo no nos lo esperábamos.


Comenzamos el tramo de ascensión en grupo, a Dani se le ve fuerte, no va de farol, hasta ahora no ha metido el molinillo y nos sigue sin problemas, pidiendo más ritmo de vez en cuando, se le empieza a notar las 4 salidas que lleva, que cada vez que se viene le exprimimos al máximo.
Por aquí también han arreglado el camino y ya no es la plantación de piedras y ñuscos que la erosión del agua ha ido descubriendo tiempo atrás, se podría decir que subimos por una autopista pero sin pagar peaje.
Y con el as que se guardaba Dani en la manga llegamos al pico de la Atalaya, desde donde disfrutamos de las vistas de Segovia y provincia, gracias al cielo casi descubierto que nos ha regalado el día.


Es hora de reponer lo perdido, comemos resguardados del viento, aunque la verdad no hacía tanto aire como nos esperábamos, así que disfrutamos de los rayos de sol que nos calentaron mientras engullíamos.



Las fotos de rigor en la cota más alta, desde donde las vistas son más espectaculares.

No estás mal de la vista y ves puntos borrosos, es que se empañó el objetivo...


Unas meadillas y a prepararse para disfrutar de la bajada. Casi no hace falta pedalear y según esta el firme se deja embalar la bici más de la cuenta. Volvemos por donde vinimos, esta vez  nos desviamos hacia el rancho de la Tejera, desde donde comienza la guerra del agua entre Juan y yo. El juego consiste en pasar o saltar en marcha sobre los charcos para mojar al adversario, siempre y cuando el otro se moje más que tú, has puntuado. La cosa quedó en tablas, pero nos pasamos unas risas y de paso probé mis calcetines Sealskinz, que pasaron la prueba con nota: zapatilla calada y pies secos.



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