miércoles, 24 de noviembre de 2010

Por la Chorranca con nieve


"..., en el de la Chorranca se produce uno de los más bellos saltos de agua -si no el que más- de la sierra del Guadarrama, haciéndolo, además, en un hermoso rincón poblado de humedad -y por ello de musgos, líquenes, helechos ...-, de rocas y, claro es, de pinos."



El domingo Juan tenía dos objetivos claros: el chozo Aranguez y el salto de la Chorranca. El primero se nos complicó por razones climatológicas que no vienen al caso, pero con el segundo no íbamos a fallar. Estuvimos buscando este bello salto de agua y por fin dimos con él, en una jornada en la que tuvimos de todo: niebla, agua, viento, sol y nieve, mucha nieve.

Domingo 21 de noviembre.

NIEBLA. Las predicciones dan nieve para hoy, aunque ayer ya se vislumbraba un sombrero blanco en la cima de muchos picos, escondido esta mañana por la niebla. Hoy pisamos nieve sí o sí ¡QUÉ GRANDE!

Roberto tiene la llanta en el servicio técnico y la muñeca le va a agradecer este pequeño parón. Se va a perder una gran jornada, pero tiempo tendrá para repetir.

Quedamos Juan y yo como siempre en la raqueta. Me cuenta Juan que se ha cruzado con el grupo de los Dorados de Estaire y Manolín (que nos digan que hicieron al final) y esperándome en la raqueta, le saludaron los Segovia MTB que subían a la Atalaya y le han animado para que se apunte. ¡¡Parecemos el Pelusa, todos esperando el preciado polvo blanco!!




AGUA. Sin tiempo que perder y con ganas de seguir sudando cogemos el camino de Gamones hasta el rancho de la Tejera, luego la bajada divertida sorteando charcos, robles y hojas secas hasta La Granja, desde donde Juan me sube por la Fuente de la Plata que ya hace honor a su nombre (al nombre de Fuente me refiero). Nos protegen los pinos de Valsaín, pero cuando sopla el viento y mueve las copas, empieza a caer agua como si estuviera lloviendo. Tras una parada para cruzar el río y tomar aire continuamos por pista hacia el Salto del Corzo.






                                                



NIEVE. A 1.450 m ya tenemos una fina capa de nieve estrenada por unos 6-7 bikers que van por delante nuestro y algún montañero con su perro. Parecemos indios siguiendo el rastro, pero las huellas sobre nieve virgen son muy claras. 


Se empieza a notar la nieve, de cada pedalada que damos, el 10% se pierde con la rueda patinando, así que voy un poco más atrancado de lo normal para evitar ese derroche de energía.


La pista se empieza a inclinar cada vez más y el espesor de la nieve también aumenta. Ahora el esfuerzo se centra en mantener una línea recta, en no perder tracción y no corregir de forma brusca la dirección como bien aprendimos en los areneros durante la I marcha Navabike. Vamos ganando la partida al sólido elemento y aunque el esfuerzo es mayor, se te pone una sonrisilla de oreja a oreja sabiéndote vencedor de esta lucha contra los elementos.   


Subimos dirección al Chozo, hacia el Raso del Pino montados en bici hasta donde la nieve permite pedalear. Ya tenemos unos 15 cm (de nieve) y la única forma de avanzar es a pie. Hablamos con un grupo de tres montañeros que bajan del Raso del Pino y un biker que sube como puede. Vemos que el Chozo va a ser misión imposible sin unas raquetas y nos damos la vuelta... empieza lo bueno!!
La bajada es un slalom, zigzagueando de lado a lado, tanto con la rueda delantera como la trasera y dando pedales para avanzar. Creo que Dani habría gozado un descenso en estas condiciones.



Parecemos críos ¡Mirad a Juan cómo se lo está pasando! 


Había mono de nieve y no somos los únicos, nos encontramos con gente andando por todos los lados, esta vez un grupillo tomando un caldo que se han subido en un termo (qué envidia). Paramos a hacer unas fotos, el paisaje es maravilloso y hay que inmortalizarlo.


MÁS AGUA. Nos desviamos de la pista y cogemos un sendero junto al arroyo de la Chorranca, ya marcado por los bikers que llevamos de liebres. Es un fuera pista en toda regla, muy divertido, saltando ríos y ramas caídas.


Perdemos el río de vista y se escucha una caída de agua, bajamos de la bici y vamos en busca del salto de la Chorranca. Nos asomamos a un balcón natural, pero desde aquí arriba imposible, mejor verlo desde abajo.
El terreno es cuesta abajo y empedrado, se pone resbaladizo. Bici en mano terminamos de bajar por lo que pudiera ser un riachuelo. Roberto ¡cómo habrías disfrutado por aquí!



El Corzo está en su salsa. Por ahí no es, Juan...


En una tolla (con "t") meto la pata hasta el tobillo, y Juan viéndome desaparecer se deshueva de risa. Para no parecer maleducado, hace lo mismo y esta vez hay deshueve generalizado, parecemos crios pisando charcos...

Sillín abajo y a descender montado, que para eso tenemos ruedas. Bajada trialera muy divertida, que de nuevo nos obliga a asomar esa sonrisa que se te pone cuando disfrutas con las cosas más sencillas.  
Se hace tarde y tenemos que decidir. Juan quiere salto y estando tan cerca no se va sin su salto, así que dejamos las bicis y empezamos a subir a pata por un estrecho sendero que nos ha indicado otro grupo de montañeros (esto parece la Gran Vía).


A diez metros de las vistas de la Chorranca, tengo que reconocer que la caminata ha merecido la pena: el agua cae en dos alturas, entrando y saliendo entre las rocas, rebotando en su caída, originando un doble salto que nada tiene que envidiar a las fuentes del palacio de La Granja.
Encima con esta nevada, parece una postal


Volvemos a por las bicis. Es asombroso, pero en nuestra ausencia nadie nos ha cambiado el cuadro. Las bicis siguen igual que las dejamos... pues nada a ver si para Reyes cae bici nueva...

Rober, lo habrías pasado genial con la nieve; pero hubo tramos de los que le gustan al Corzo (bici al hombro para más señas) que mejor que hayas evitado.

Bajamos por la Fuente del Ratón hasta el CENEAM, donde me doy cuenta que voy sin la cala. Tanto caminar no podía ser bueno... Es algo incómodo, pero puedo seguir sobre todo cuesta abajo y evitando los baches del camino. 

SOL. - "Sólo nos falta ver el sol", le digo a Juan. Y dicho y hecho, desde la Atalaya (y como diría Rober Iniesta) "se abrió un claro entre las nubes, hemos vuelto a ver el sol" como si fuera la luz de un foco, viene a calentar nuestras últimas pedaladas.

VIENTO. Desde La Granja volvemos por el carril bici a Segovia, con el viento de cara y en abanico... bueno el abanico que podemos hacer entre 2 + Sara, duatleta de Segovia conocida de Juan con la que intercambiamos algunas palabras.



Track de la ruta


Más fotos

martes, 16 de noviembre de 2010

Una vuelta por Madrid






"Allá donde se cruzan los caminos,
donde el mar no se puede concebir,
donde regresa siempre el fugitivo,
pongamos que hablo de Madrid."
Pongamos que hablo de Madrid del Maestro Joaquín Sabina




Domingo 14 de noviembre. Hoy toca rodar por la vertiente madrileña. Este fin de semana me quedo en Madrid y quería salir con Rodri a estrenar su nueva doble, pero se cancela el plan. Sin embargo Juan nunca falla, así que se viene y en seguida se anima Rober, al final quedamos en Guadarrama.
Ni doble, ni Sierra, ni na... A las 9.00 está jarreando en Guadarrama, así que sin salir del coche nos bajamos a Boadilla, junto al polideportivo municipal.


En cuanto montamos en las bicis el jarreo se ha convertido en 4 gotas mal avenidas, así que empezamos a pedalear por los caminos del monte de Boadilla, sin rumbo, siguiendo los miles de caminos que guardan estos montes... y así nos va, dando vueltas sin sentido.
Después de volver por segunda vez al polideportivo, tiro de memoria y de track de gps para ir a la casa de Campo.

Dos veces más dando vueltas buscando una salida: una en Monteclaro en el centro de rehabilitación de Mapfre, (donde veía que en cualquier momento nos iban a indicar la salida los de seguridad) y otra en el Plantío donde nos encontramos con una puerta cerrada a cal y canto. Y es que las cercas y vallas en Madrid son más altas que las que te puedes encontrar por Segovia  y aquí no es tan sencillo saltar. Media vuelta y a buscar otra salida.


Es increíble, estamos a menos de 10 km de Madrid y parece estamos en los pinares de Nava, si no fuera por el Hipercor de Pozuelo, todo igual... decidimos darnos la vuelta, Alonso sale en un par de horas y con lo bien que se nos está dando parece que no llegaremos a ver la salida.
Vuelta por donde hemos venido, buscamos una alternativa pero es imposible hacer esto en una urbanización. Otra vez media vuelta y ahora sí, Roberto nos lleva a tren hasta el polideportivo, duchita caliente y a buscar un bar para ver la ruina de carrera de Ferrari y Alonso.

Un desastre de día, salvo por la compañía y porque otra jornada más hemos disfrutado de nuestro hobby favorito...




martes, 9 de noviembre de 2010

Párvulos por el Pinar de la Acebeda

"Producen los ejemplares femeninos un fruto carnoso, de un color rojo brillante o amarillo vivo, que madura muy tarde, hacia octubre o noviembre, y que permanece mucho tiempo en el árbol, a menudo durante todo el invierno. Contiene en su interior 4 ó 5 semillas, que no germinan hasta el segundo año, en caso de ser ingerida por algún ave como el mirlo."
Fuente Wikipedia



Juan y Roberto querían ir a la quedada otoñal de Nava, pero el sábado tenemos juerga nocturna y el madrugón del domingo nos sienta mal, decidimos salir el sábado.
Sábado 6 de noviembre. Hoy sí hemos acertado con el tiempo (el climatológico, claro). Gracias a que Elena no trabaja hoy, Roberto, Juan y yo hemos adelantado la salida al sábado: temperatura entre 8-18ºC y un cielo azul totalmente despejado. Juan viene mostrando pantorrilla, un modelo demasiado atrevido para las fechas en las que estamos, pero con este día será el triunfador de la jornada. Son las 9.00 y a mi me empieza a sobrar ropa.


Disponemos de tiempo así que cogemos Cañada Real dirección Revenga, rodeamos Cabeza Grande y escuchamos los primeros tiros de los amantes de la cinegética. Esperamos no ser confundidos con peligrosas perdices o malvados corzos, aunque con la velocidad que ha impuesto Rober difícil que nos puedan apuntar.  


A estas alturas vamos sudando. Empezamos a ganar cota a la vez que el paisaje comienza a mostrar su gama cromática, pero hoy el azul del cielo nos hace disfrutar más de la ruta, incluso Roberto se lanza con versos y coplillas, creo que la próxima crónica va de su parte. 



Tomamos el camino de Santiago o cordel de Santillana, para continuar con la subida a la Camorca por la cara norte. Tenemos que echar pie a tierra y continuar con la bici andando en un par de tramos, pero la llegada a este cerro como siempre, ha merecido la pena. 


Las vistas desde aquí son de 360º, se ven los restos de las primeras nieves en Peñalara, Bola del mundo, Siete Picos, Montón de Trigo y la Mujer Muerta. Hemos elegido uno de los mejores sábados del otoño para disfrutar de este paisaje mientras reponemos fuerzas con frutas, huesitos y otras golosinas.


Hemos desvirgado a Rober en un cerro más, así que entramos a firmar en el libro de visitas del refugio.



Nos encontramos allí arriba con 2 bikers que han subido desde Valsaín pero por la cara sur, más accesible salvo los últimos 50-100 metros que están más descarnados.
Detalle de las piernas al aire de Juan, que a primera hora de la mañana parecía un valiente.


Nos abrigamos para descender. Bajamos por la cara sur, ahora toca disfrutar. Juan y yo recordamos de nuevo lo bien que se baja con 30-40 cm de nieve haciendo slalom, con la rueda de atrás derrapando de lado a lado.
Llegamos a la Fuente de la Reina, donde vemos que baja un hilo de agua, muy raro para esta época del año, pero suficiente para recargar las cantimploras.


Nos encontramos con un grupo de segovianos que vienen desde Navacerrada preparando el camino de Santiago en la vertiente segoviana. Se les ve alegres y divertidos, sobretodo divertidos. Unas fotos, nos despedimos y a buscar el camino de la acebeda.


Desde la Pradera de la Venta, a la izquierda sale una estrecha senda de bajada muy entretenida, hasta que damos con una pista forestal. A la izquierda nos adentramos en el pinar del río de la Acebeda, cruzamos un arroyo que todavía se puede atravesar sin mojarse, y aún nos queda subir un tramo que se atraganta por el rato que llevamos sin dar pedales.


Nos cruzamos con dos excursionistas que van a un buen ritmo, nos cuesta cogerles pendiente arriba. Nos indican el camino y ahora sí toca bajar... y vaya que bajamos... Esta zona es desconocida para nosotros, con una población de helechos que ha mudado su color al amarillo, destacando aún más en el verde pinar.


Como un camaleón, la senda que seguimos se transforma por el verde brillante de las hojas del acebo, salpicada por puntos rojos, aunque a no ser que pares, en las fotos no se puede apreciar y mis compañeros de ruta iban lanzados, recreándose con la bajada, bueno, Roberto cuidando la muñeca disfrutó algo menos. 
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Después de esta bajada empiezo a pensar que somos unos analfabetos de la Sierra, me siento como un crío de párvulos, que cuando empieza a juntar 2 letras piensa que sabe escribir (la M con la A, MA) y aún le queda por recorrer todo el diccionario, crear frases completas, enlazando palabras sobre una hoja en blanco para crear relatos, versos o escribir una canción. 
Así es nuestra SIERRA, como una hoja en blanco que en cada salida vamos conociendo, juntando sendas con caminos, pero hasta ahora sólo hemos escrito un par de líneas, queda mucha superficie por embadurnar con las huellas de nuestras bicicletas y seguro que mantienen la misma capacidad de asombrarnos que los cuatro caminos que ya conocemos. 

En esas estoy pensando, cuando Roberto dice que ha pinchado. Probamos a dar aire a ver si aguanta hasta casa, pero vuelve a perder aire en menos de 3 minutos. 




¿Habéis arreglado alguna vez un tubular? Pues nosotros tampoco. En principio no parece complicado, se desmonta, se quita la válvula se mete una cámara de válvula fina y a correr. Pues a nosotros se nos complicó por que la bomba con que dábamos aire (o al menos lo intentábamos) perdía y cada vez que dejábamos de meter presión la cámara se desinflaba. Cambiamos dos veces de cámara pensando que estaba pinchada, hasta que Juan sacó su mini-bomba y ya se sabe, más vale pequeñita y resultona...
El tema es que el líquido antipinchazos es una guarrada (encima es verde) y meter la mano para buscar el origen del pinchazo te convierte automáticamente en Hulk, menos mal que el río quedaba cerca.


Una vez arreglada la avería queríamos bajar por lo que los Kamorca llaman "la cuestaza", donde Angelín tiene récord mundial de velocidad. Es una gozada bajar por aquí, más despacio que los Kamorca, eso sí. Luego se enlaza con el camino de Santiago y pasas las flechas amarillas en dirección contraria. Desde aquí seguimos bajando hasta la venta de San Isidro, Pontón Alto y Trescasas.
De camino paro a tirar las últimas fotos del día sobre nuestra Sierra, el día ha sido espectacular y la ruta una pasada, en breve empieza el invierno, tendremos que repetir con nieve...








viernes, 5 de noviembre de 2010

Suave Lluvia de Otoño


"[...]Enfrente, la montaña. Pasa la nube inmensa; 
toda suya... todo suyo. 
Huracanes de vientos; lluvia andante semiparalela 
y en todo el monte funerales alegres, naturales, 
de hojas muertas [...]
Me alegro de la lluvia y me alegro del viento. 
Si tengo frío, me caliento; 
si tengo miedo, ¡Que no lo tengo!, 
susurro y pienso... y para mañana 
ya me he comido mi pequeña ración de esperanza."
Tres puertas. Poesía Básica. Manolillo Chinato





1 de Noviembre de 2010. Montesdeoca y compañía daban nubes sin lluvia para el "lunes-de-todos-los-santos", así que perdonamos al domingo de borrasca y lo convertimos en tarde de padelaco en la pista cubierta de La Granja.
El lunes nos las prometíamos felices, pero el amanecer nos guardaba la peor de sus caras: unas nubes que no levantaban y una lluvia incesante. Después de las gestiones telefónicas y una hora de cama más tarde, Juan da el pistoletazo de salida: en Segovia ya no llueve, a las 10.50 en la raqueta de Palazuelos.
Me visto, desayuno, cojo la bici. En Trescasas caen tres gotas. En cuanto pongo el pie en la calle comienza a caer con fuerza, desde la ventana Noelia me despide con el dedo índice girando en la sien. No se muy bien que me quiere decir, creerá que no estamos muy cuerdos por salir con la que está cayendo.




Las primeras pedaladas empiezo a echar de menos el calor de la cama y el abrazo de las sábanas, pero en cuanto rompo a sudar me alegra tener a Juan como la voz de la conciencia que nos empuja a hacer estas cosas. Llego tarde y en la raqueta no hay nadie, Juan y Roberto me esperan cobijados bajo unos árboles. Cogemos el camino de Gamones una vez más, sorteamos balsas de agua por un terreno que aún puede drenar más agua. Seguimos paralelos a la CL-601 para llegar cuanto antes al resguardo del pinar de Valsaín.
Desde el CENEAM seguimos al Corzo, que se adentra en su hábitat por los Praderones Altos para guiarnos por senderos desconocidos, de los que se disfrutan incluso con lluvia, con zonas donde cuesta avanzar por el barro que se acumula. Mucho cuidado con las raíces, Juan y yo ya hemos tenido un aviso por una pasarela de madera con complejo de pista de patinaje.

Con la bici a cuestas paramos a tomar algo junto a unos árboles estampados por el colorido que deja el otoño en sus copas.



Algo rápido y a seguir, no nos podemos quedar fríos. Ahora empezamos a descender por un camino que se transforma en río que atravesamos como pececillos, Roberto y su muñeca nos agradecen esta trialera. Nos estamos viniendo arriba, esto de mojarse tiene su gracia (siempre y cuando mantengas las manos y los pies secos). Terminamos la bajada en la CL-601, junto a la fuente de los dos caños.
Bajamos a saludar al Eresma. Nos cruzamos con un padre y su hijo que vienen de coger níscalos, llevan para una cena, no más.

En el puente de Navalacarreta cruzamos el río, embravecido por las nieves y aguas de los últimos días.


Desde aquí a Valsaín a ritmo, siguiendo la estela de Juan, salpicando en los charcos, poniéndonos de barro hasta las orejas. Ya no hay miramientos, ¡que tiemble la lavadora cuando nos vea llegar!


Todavía nos queda deleitarnos con las sendas de la cola del pantano y a casita. Ha sido un buen día, unos 40 kilómetros bañados por una suave lluvia de otoño.