lunes, 20 de junio de 2011

Majada Aranguez y Majada del Tío Blas

La Temporada del heno. "Desde últimos de mayo, junio y hasta el 25 de Julio, festividad de Santiago apóstol, se llevaba a cabo la siega. Antaño, la unidad funcional era la cuadrilla. y estaba formada por un número de 10 segadores aunque lo normal eran 4 hoces y un atador.
Actualmente, la cuadrilla ha sido sustituida por las máquinas y y los tractores. Aceleran el proceso de recogida y limpia. Una máquina vale entre 25 y 30 millones y se "pule" entre 8 y 16 Ha diarias, todo depende de la calidad de ésta.

La jornada de un segador transcurría de sol a sol, de 6 de la mañana a 9 de la noche. Se paraba desde la 1 del mediodía hasta las 4 y se aprovechaba para comer y descansar en la merecida siesta. Eran horas duras para estar al sol."

Fuente: La almenara

Ya no sabe uno como titular las últimas entradas. Todo el día de chozos... alguno se va a pensar que es un lupanar, pero nada más lejos de la realidad. El caso que teníamos que mostrar a los amigos las nuevas adquisiciones y así estábamos Juan y yo, con la ilusión de 2 niños enseñando los últimos cromos, imprescindibles para terminar el album de la liga. Creemos que lo disfrutaron, porque mientras pateábamos el pinar en busca de la senda perdida no escuchamos insultos.
  
Domingo 20 de julio de 2011. Dani se ha quedado en la cama después de su "toledan's night" y Paco está de relax. Vuelven Roberto y Juan Carlos, que junto con Juan y yo llegamos a la insuperable cifra de 4, vamos creciendo.
De camino a la Venta San Isidro el paisaje sigue cambiando. Esta vez ha comenzado la temporada de la siega del forraje, se ven las pacas apiladas a ambos lados de la carretera y las hierbas recién segadas que levantaban más de 1 metro quedan esparcidas por el suelo.  
En la Venta nos encontramos con los Sherpas que después de la etapa nocturna, hoy van en busca de la fuente del intendente, que no tiene nada que ver con Mortadelo, Filemón y la TIA.


Vamos de charla hasta el pantano, donde los sherpas tiran hacia la cola y nosotros seguimos por la senda pegada a la carretera hasta La Granja. Queremos volver pronto y tampoco queremos maltratar a Roberto el día de su esperada reaparición. 
En el campo de Polo vemos la puerta que han calzado a tan grandioso estadio, es espectacular, pero no tiene cabida aún en mi doctorado sobre puertas y porteras que últimamente tengo tan abandonado.
Seguimos al tran-tran por la pista asfaltada que lleva al Salto del Corzo. Juan Carlos lleva tiempo sin pisar esta zona, la última vez dice que era un camino en mal estado. Pepiño es así, igual te deja empantanada una circunvalación que te asfalta una pista forestal y se queda tan ancho.
  

Llegando a los Tobarejos se empieza a agradecer la sombra.


Hoy parece que hay prisa, vamos subiendo tranquilos y todos a buen ritmo, así que no paramos para reagrupar en el Salto del Corzo ni siquiera para echar una meadilla.


Ya en el desvío hacia el Raso del Pino, en fila de a uno hasta la chorranca, donde paro a hablar por teléfono y a retomar el resuello.


Baja gente cargada de mochilas con sacos y esterillas. Han pasado la noche al raso, bajo un cielo estrellado y con una temperatura que empezaremos a echar de menos las noches de julio en Madriz. 
Juan persigue repetir su proeza de subir la siguiente rampa sin empujar la bici y cuando más cerca lo tiene, resbala con una raíz. 

Croqueta en el argot Kamorkero 
No vamos a decir que volamos para socorrerle, porque como se ve en la foto hay más gente parada que andando, pero tampoco hubo risas, jejeje
La llegada a las praderas de Majada Aranguez nunca dejan de sorprendernos. Cuando estás sorteando matorrales y raíces, de repente se abre ante ti una explanada custodiada y salpicada por varios pinos con el fondo del pico pelado de Peñalara.


A Juan Carlos parece que también le gustó la zona.


Llegamos al Chozo Aranguez. Se nos ha adelantado una manada de caballos que pastan a sus anchas junto a la cabaña y que si te descuidas se te llevan el bocadillo y alguno se diría que sabe montar en bici. 


El hombre que susurra a los caballos
Las vistas en un día despejado como hoy, espectaculares. Y no lo digo por los cuatro que se metieron en primer plano, sino por lo que está justo detrás y no se ve. El que quiera comprobarlo que suba a verlo.


Y habiendo llegado hasta allí, como buenos anfitriones vamos a enseñar a Juan Carlos el "nidito de amor". Ya vimos que tiene muchas posibilidades, cocina al aire libre, amplio patio y buen trastero. El día que nos encontremos las maletas en la puerta ya sabemos donde mudarnos.


El interior tan cuidado como siempre, con sus víveres y utensilios de cocina. Incluso las sobras de un botellón de calimocho allí se han quedado.


No hacen falta cuadros en la pared. Lo mejor del chozo son las vistas.



Hora de reponer energías, sentados junto al arroyo de Peñalara. Se estaba de lujo, agua fresca y buena compañía. 


Dani, te perdiste el salami que subí en tu honor. ¡Cómo echamos de menos esa doble vuelta de chorizo!

N.d.A.: que conste que todo lo que está tirado por el suelo volvió a Segovia
 Estaba pensando si publicar esta foto, pero no me puedo resistir. Nos debemos a nuestro público y seguro que las visitas al blog se verán multiplicadas. ¡Disfrutad muchac@s!

Piraaataaaa
 Después del relax, vuelta a los pedales. Por cierto que mal sienta después de un rato a la bartola, sentarte en un decímetro cuadrado casi sin acolchar y ponerse a mover las bielas.


Pero bueno al menos ahora toca bajar.


Cruzamos la Chorranca y vamos hacia el Raso del Pino, nos queda aún el cromo del Tío Blas. Buscamos un camino alternativo hasta la Majada del Tío Blas.


Pero este cromo hay que trabajarle, cruzar algún arroyo, patear bici al hombro.


Juan Carlos ya empieza a saborear las mieles de la bici-voladora. Es un precio que hay que pagar, pero merece la pena.


A Roberto cada vez que le preguntamos dice que no le duele, así que para delante.


Llegamos a la Majada del Tío Blas.


Foto de equipo y visita guiada. Todo incluido en el mismo precio


La vuelta, en un intento por evitar trialeras, rocas, saltos y descargaderos, la vamos a hacer hacia Dos Cabañas. Juan va olisqueando los senderos, siempre sin perder mucha altura, pero ninguno ciclable. Al menos nos permite encontrar una pista más ancha después de patear un rato.


Después de trajinar campo a través, por donde hemos andado, esto es una autopista tapizada de piñas y verde. 



Un senderito divertido de bajada paralelo al arroyo del Cañón nos deja en la bonita pradera del Vado de Oquendo, hoy para cruzar sin utilizar el puente el arroyo de los Carneros , que aunque no baja muy crecido sirve para refrescar.


Roberto dice que todavía aguanta, así que bajamos desde los Tobarejos hacia la fuente de la Plata, por el camino que solemos subir y que hoy bajando nos gusta todavía más.
 

Y el remate, sin cruzar el puente zigzagueando entre robles y cruzando el río, regalo de Juan.
  



Carril bici y a casa. Sobredosis de senderos bajando, le felicito a Juan por esa selección. Mientras nos despedimos en el submarino amarillo nos pasan parte de los Kamorkas, imagino que la grupeta que tiene que volver antes. 


Y a las dos menos cuarto limpiando la bici, en mi casa no se lo creían.


martes, 14 de junio de 2011

Conociendo al Tío Levita

"Se denomina chozo o también choza a un tipo de construcción efímera de madera o de piedra que se construía en los baldíos y dehesas de los campos, y que era utilizado como vivienda habitual, principalmente por pastores y cabreros, ya que en esos tiempos se exigía vivir junto al lugar donde pasaba las noches el ganado". 

Fuente: Wikipedia 

En primer lugar enhorabuena a Dani y Susana que ya han aumentado el grupo con la llegada de Alvarito, futuro fichaje para salir a pedalear por la Sierra. ¡Dani, campeón!, puedes pasar a devolver la equipación... Tranquilo, se te devolverá con la mayoría de edad del crío.

Cambiando de tema, Roberto sigue recuperándose. Quedamos Paco, Juan y yo. Después de salir de chozos hace un par de semanas, teníamos ganas de encontrar al tercero en discordia, camino que nos mostraron los sherpas en sus últimas salidas. Necesitábamos una etapa corta, subir y bajar para estar en casa a la 1.

Domingo 12 de junio de 2011. Anoche fue Luna Llena en Segovia, pintaba en copas. Noche toledana y madrugón. No es la mejor forma de salir, pero dicen que con resaca se pedalea mejor... al menos voy a sudar las copas.
De camino a la Venta San Isidro se vislumbra el inicio del verano: buen tiempo y el campo empieza a amarillear.


A la Venta llegué tarde, al mismo tiempo que Paco y Juan que han parado a charlar con la gente de Segovia MTB. Paco que viene con la equipación completa.

En la venta están Toñi y sus senderistas, ataviados de bikers. En verano cambian los crampones por los pedales, son incansables estos chic@s y hay que abrir nuevos senderos.


Aunque llevamos prisa, estamos juguetones. Nos adentramos por la cola del pantano, en pleno esplendor. Da gusto pedalear por ese derroche de la naturaleza en plena crisis económica. Robles, flores y agua nos acompañan en este tramo.


El pontón Alto también rebosa, en este caso agua, y nos deja imágenes como sacadas de un libro de fotografía.


Cruzamos el Eresma y me desvío del grupo para seguir una senda que más parece el cauce de un río por la arena que han arrastrado las últimas tormentas, pero que presenta muchas posibilidades para bajar. 


Seguimos por senderos hasta Valsaín, tomamos la circunvalación hasta el CENEAM y fuente del Ratón, donde paramos a beber y rehidratar. Cambiamos las pistas por el asfalto de la pista forestal de la Cueva del Monje, y pasando el puente de los Quebrados hacia la derecha abandonamos el asfalto para adentrarnos por una pista donde crece el verde sin temor.


Ya había leído algo en el blog sherpa sobre moscas y gallinas, pero hasta que no lo ves no lo crees. Entre los pinos que rodean este camino habita una plantación de moscas, mosquitos y otros molestos bichos que te atosigan durante el resto del viaje. Y además son de los que les gusta el éter, porque mientras un grupo numeroso va siguiendo el rastro de mi destilación, a Juan y Paco no se arriman tanto.    



Llegando al arroyo de Dos Hermanas, nuestro primer Ángel de la guarda (comido por las moscas también) nos indica cómo seguir hacia el chozo: 

-"Cruzando el río, subir por un sendero". 
Y allá que vamos, cruzando el arroyo de Dos Hermanas con más miedo que gloria...


y luego el de las Quebradas, con menos gloria que miedo.


Seguimos por una bonita senda que nos obliga a desmontar en los últimos metros para llegar a una pista empujando.


Nos acercamos a una pequeña presa artificial que imagino utilizarán los gabarreros para darse un chapuzón cuando el calor aprieta. Hoy nos quedamos con las ganas de estrenar la temporada de baño, hemos subido sin bañador y además a Juan sin spa, como que no le apetece tanto.


Aguas cristalinas
Otra vez a subir y a pocos metros el segundo "Ángel" que nos da las últimas indicaciones para llegar al chozo: -"Pasada la fuente a la derecha, lo tenéis al lado". Juan ya se ve tumbado al sol y quiere llegar corriendo

- ¡Vamos Juan!
Como auténticos zahorís, buscamos una fuente que entre tanto arroyo y riachuelo que atraviesan el camino no somos capaces de encontrar. El caso que nos damos la vuelta y por el primer senderillo que encontramos vamos a parar a una explanada llena de tollas, siempre precursoras de un buen chozo.


Y allí estaba el del tío Levita, junto a una cerca donde imaginamos pasarían la noche los animales del tal Levita. El chozo muy humilde, sin muchos lujos, sólo un somier hecho de madera y un cabecero.


Parada para repostar. El sitio es ideal, una llanura verde salpicada por varias piedras, donde se nos pasa el tiempo volando mientras charlamos. Es hora de volver y quiero bajar por una trialera que aparece en los mapas, así que vamos en su búsqueda. Y más que una trialera es un arrastradero que inventamos sobre la marcha por donde bajamos ratito a pie ratito andando.


Incluso cruzamos un arroyo que no aparece en los mapas para salir a la pista que viene del Salto del Corzo.


Pista rápida y pestosa por la cantidad de piedras sueltas que tiene. Voy sujetando tanto la bici que al parar para reagrupar llega el olor a quemado típico de las siete revueltas. Y aquí se terminó la diversión, se nos ha echado el tiempo encima y no queremos llegar tarde. Bajada rápida por el asfalto de la pista de la Cueva del Monje hasta el palacio de la Granja, donde Juan saluda a Jesús y familia.
Más carretera y carril bici donde nos despedimos, para llegar a Trescasas al filo de las 13.30, el paseo perfecto.


Encantado de conocerte Tío Levita, esperamos volver a verte