Cerro Puerco. Es curioso que, en ambientes coloquiales, al Cerro Puerco se le denominara “Cerro Hueco”. Se debía a la existencia de glorias debajo de algunos parapetos (no hay precisión de cuantos, se supone que 3 o 4). En estos parapetos solían dormir los soldados para evitar el frío invernal sin que la luminosidad de la lumbre pudiera delatar sus posiciones.
Fuente: Crónicas Gabarreras
Domingo 29 de enero de 2012. No empezó bien que digamos el día de ayer, entre unas cosas y otras salimos tarde, pero acabamos con unos 45 km en las piernas que pesaban como si fueran 46 "u" más, una barbaridad.
Empezaba el día con un soniquete metálico del disco de freno por mi parte, unas gestiones telefónicas de trabajo por parte de Juan (qué raro) y un resbalón de Roberto viniendo desde Palazuelos por carretera. Nos cuenta que en el puente se le ha ido la rueda de delante y ha salido patinando por un lado la bici y por otro el biciclista. La bici como nueva, el biciclista con un siete en la chaqueta, nada que un zurzido no pueda arreglar.
Salimos ateridos por el frío, buscando el aliento del Sol, hasta que lo perdimos.
Es increíble, cuando te viene una ola de frío de estas te pones a pensar: no es de extrañar que hace 2.000 años los egipcios tuvieran una figura divina asociado al Sol. Cómo cambia la cosa, de sentir los rayos de sol acariciándote a notar su falta y ser azotado por el viento. No se cómo pueden sobrevivir los Noruegos, por ejemplo. Bueno, a dejarse de teología y a dar pedales. Vamos en busca de la cacera del cerro del Puerco, que tanto nos gustó.
Este camino es bastante entretenido,
no tiene un gran desnivel pero vas subiendo
no es muy técnica tampoco, pero tiene su dificultad
el paisaje es precioso, en algunos tramos
y si tienes la suerte de ver un gnomo o un troll, tiene su encanto.
Habrá que repetir. Una vez que pillamos pista asfaltada empieza un rompepiernas que cada vez odio más. Un constante sube-y-baja que no te permite coger el ritmo, sin embargo, esta vez estaba aderezado con algo de nieve, lo que le hace más atractivo.
Por la hora que se nos ha hecho, no nos va a dar tiempo a subir a Cotos, pero a ver hasta donde llegamos.
Los primeros tramos del camino viejo del Paular sin rastro de nieve, a la sombra de los pinos (como muy bien cantara María del Monte), sin nieve y nos cruzamos con el corzo Usain Bolt, que en lo que tardas en levantar la cabeza del suelo ha desaparecido.
Viendo que no hay tiempo para hacer cumbre, nos damos la vuelta y paramos en un claro a comer algo.
Aquí es donde empezó una bonita mañana en el circo: pasen y vean señores y señoras.
El contorsionista intentando entrar en una prenda diez tallas más pequeña,
y los malabaristas, les falta el cable a 50 metros sobre el suelo.
Nos cruzamos con cuatro mono-ciclistas a los que habían robado la otra mitad y bajaban con una rueda, 2 pedales y un freno (ojo, donde llevan la maneta del freno, si te equivocas de palanca puedes quedar castrado).
Y lo peor no es que bajaran montados, es que se tiraron campo a través grabándose unos a otros. Iban muy bien preparados eso sí y se les veía que dominaban el tema del equilibrio. Lo dicho, estos en el gran circo Mundial triunfan.
Pues viendo cómo estaba el percal, a nosotros nos dio por buscar un camino alternativo a la pista del Paular, junto al arroyo que lleva el mismo nombre, pero no dimos con huellas. Media vuelta y a correr que ahora sí que llegamos tarde.
Bajada por la Canaleja, que anda hoy preciosa (nota mental: hay que hacerla algún día de subida para apreciar de verdad esta vereda), con el barro justo y necesario, incluso para aquellos que cruzaron por el puente.
Ya puestos, volvimos por la radial del pinar, para seguir rodando bien rodeados.
Ya en el carril bici nos encontramos con los Kamorkas que volvían cabizbajos por la ausencia de los jovencillos del clan, nada que no puedan curar con unas chuletitas de esas que se meten entre pecho y espalda.
Y así llegamos a Segovia, con el viento en contra y el inicio de ese frente frío que dicen que va a barrer toda la península esta semana.
Esto es todo amigos
Hola chicos:
ResponderEliminarMenos mal que reconoceis que hacia frio, porque segun Juan nunca hace frio.
Por cierto los hay mas "locos" que vosotros, porque eso de andar con medias bicis...., sus consortes les tendran hechos buenos seguros de vida.
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EliminarMuy buenas anónim@. Juan sólo pasa frío a partir de los 3.000 metros de altura, los demás mortales cuando la temperatura baja. Lo de las medias bicis será nuestro próximo proyecto, cuando no tengamos edad para caer de tan alto.
ResponderEliminarBesos Laura
Yo casi nunca paso frío. Es más, puedo ir en pleno invierno con una cazadorilla, pero en el chozo aranguez a las 10:30 de la mañana en pleno mes de diciembre mis pies dejan de sentir y/o padecer. ¿A eso se le puede llamar frío?
EliminarUn abrazo
jc (en modo hibernación)
Eso no es frío. Frío es cuando te amputan la primera falange.
EliminarFirmado Juanito Oiarzabal
Yo me deje la segunda de la mano derecha en el Anapurna.
EliminarEdurne Pasaban
Hola chicos.
ResponderEliminar¡¡Madre mía!! qué buenos éstos tíos, con una sóla rueda!!!
¿efecto crisis? que no les dá para comprar la segunda....
Como sigais poniendo fotos de momentos "cambio de camisetas", las entradas al blog se van a disparar!!!!
Bsss ¡¡Campeones!! que hacía un friiiiiiiio terrible!!!!
Hola Toni, parece que el efecto crisis ha hecho mella en nosotros, no hacemos cambio de camisa, la damos la vuelta y hay que fotografiarse para ver si los reyes nos ven.
EliminarBesos