La Pradera de Navalhorno
Este núcleo nació a raíz de la fundación, en el mismo lugar, del Real Taller de Aserrío Mecánico en 1883.
En una de estas casas hay un pequeño negocio que tiene por nombre el del lugar donde está construido: BAR LA PRADERA. Es el típico bar donde se reúnen los lugareños a tomar el café y montar la tertulia, pero os aconsejo que de vuelta de alguna salida invernal por la Sierra, paréis a entrar en calor con un caldo y probéis cualquiera de sus platos o raciones. Al otro lado de la barra siempre os atenderán con una sonrisa y algo de conversación. El único inconveniente surge al intentar seguir dando pedales, después de una parada en este oasis invernal.
Las temperaturas se han desplomado y a las 9.45 no hay quien pare. Salimos desde la raqueta de Gamones y con las primeras pedaladas seguimos nuestro ya clásico camino a La Granja. El terreno hoy está helado, congelado, gélido, glacial, duro como... bueno, como una piedra; los charcos se han solidificado y al pasar sobre el borde se escucha el crujido del hielo resquebrajándose... el panorama promete.
Subidita junto al muro de los Jardines del Palacio Real para calentar hasta la pista del Salto del Corzo.
Foto anterior a la pista del salto del Corzo y previa al salto de Juan, el Corzo (jeje, no me podía resistir)
Los primeros indicios de nieve los tenemos a mayor altura que la semana pasada, sin embargo la helada que ha caído durante la noche está haciendo estragos: la última rampa la tenemos que hacer a pie porque el asfalto se ha convertido en una pista de patinaje y a punto estoy de plantar los piños en el hielo.
Recuperamos el aliento con huesitos y galletas para recobrar energías, que falta nos van a hacer.
Rober viene con un virus gastrointestinal (vamos, lo que antes se llamaba una cagalera) aunque encima de la bici no se le nota. Ha pasado mala noche, pero estaba deseando volver a montar a la bailarina que estrena llanta delantera.
Cambia el terreno, seguimos al tran-tran sobre nieve dura que esconde alguna placa de hielo. Ahora sí se pone bonita la ruta, el Corzo abriendo pista, en su salsa, y los demás disfrutando de la nieve.
Grabé un video en movimiento, para estar en marcha y con la cámara en la mano, no ha quedado tan mal. Nada que ver con las producciones sherpas, eso es otro nivel.
Grabé un video en movimiento, para estar en marcha y con la cámara en la mano, no ha quedado tan mal. Nada que ver con las producciones sherpas, eso es otro nivel.
No es el viento lo que se escucha, es el sonido ambiente.
Bajando hacia la pista de la cueva del monje vamos soltando la bici, sin tocar mucho el freno nos dejamos llevar por las sensaciones que transmite la nieve, el hielo y una cuesta abajo. En las curvas cerradas salimos cruzados, como pilotos de moto GP.
- "Por menos de esto a Juanito Oiarzabal le han amputado alguna falange".
En la bajada perdemos temperatura corporal, Roberto dice que le falta sensibilidad en los dedos de manos y pies , el tubo de la camel congelado y en los botes hay granizado, pero nada de esto consigue enfriar nuestros ánimos. Juan nos alienta a entrar en calor subiendo hacia el puente de los Quebrados y seguir por el rompepiernas de la pista de la Cueva del Monje con algo de nieve: ahora subes, ahora bajas; buen entrenamiento para coger la forma. Vemos hoy también mucho montañero en dirección contraria, parece que les han dado la salida a todos a la vez.
A la altura de un descargadero de madera, nos tiramos por una vereda que será nuestra contribución para el I+D de la salida de hoy.
Se trata de la vereda de la Canaleja, parte de un antiguo paseo utilizado para unir Valsaín con Rascafría, que una vez atravesado un arroyo se convierte en un medio tubo (en forma de "U") por el que bajamos divirtiéndonos como críos deslizándose por un tobogán.
Lo que parecía que iba a terminar en el puente de la Cantina, sigue por encima de la CL-601 adentrándose por senderos nuevos para nosotros, rodeados de vegetación y con la temperatura subiendo, la sensación de libertad y tranquilidad nos trasladan a escasos metros de lo que puede ser la felicidad.
Bueno, no a todos. Roberto viene pálido, ha cogido frío y al llegar a la carretera nos deja, prefiere llegar antes a casa por carretera.
Sigo con el Corzo por los divertidos senderos del Eresma, en esta ocasión menos transitados que en verano, pero con gente paseando junto al río. Hoy voy yo abriendo la comitiva hasta Valsaín, y es más divertido aún que ir a rueda. En el puente de los canales paramos a beber agua.
Y en el Bar La Pradera paramos a calentarnos con un caldito y a llenar nuestras almas con unos huevos con lomo y queso que quitan el sentido. Llamamos a Roberto, que ha llegado a casa, aunque ha pasado frío. Un café y varios refrescos después nos calzamos el caso y volvemos a coger el camino pero que pique hacia arriba hasta el aserradero para entrar en calor, luego bajada Bercial, caldeados con los primeros rayos de sol que han vencido a las tinieblas y al frío.
Ya en la cola del pantano, donde los robles pasan los días desnudos, y han dejado el suelo sembrado con un manto de hojas, buscamos el puente de los Kamorka, pero ha sido engullido por las aguas del pantano.
En la bajada perdemos temperatura corporal, Roberto dice que le falta sensibilidad en los dedos de manos y pies , el tubo de la camel congelado y en los botes hay granizado, pero nada de esto consigue enfriar nuestros ánimos. Juan nos alienta a entrar en calor subiendo hacia el puente de los Quebrados y seguir por el rompepiernas de la pista de la Cueva del Monje con algo de nieve: ahora subes, ahora bajas; buen entrenamiento para coger la forma. Vemos hoy también mucho montañero en dirección contraria, parece que les han dado la salida a todos a la vez.
A la altura de un descargadero de madera, nos tiramos por una vereda que será nuestra contribución para el I+D de la salida de hoy.
Se trata de la vereda de la Canaleja, parte de un antiguo paseo utilizado para unir Valsaín con Rascafría, que una vez atravesado un arroyo se convierte en un medio tubo (en forma de "U") por el que bajamos divirtiéndonos como críos deslizándose por un tobogán.
Lo que parecía que iba a terminar en el puente de la Cantina, sigue por encima de la CL-601 adentrándose por senderos nuevos para nosotros, rodeados de vegetación y con la temperatura subiendo, la sensación de libertad y tranquilidad nos trasladan a escasos metros de lo que puede ser la felicidad.
Bueno, no a todos. Roberto viene pálido, ha cogido frío y al llegar a la carretera nos deja, prefiere llegar antes a casa por carretera.
Sigo con el Corzo por los divertidos senderos del Eresma, en esta ocasión menos transitados que en verano, pero con gente paseando junto al río. Hoy voy yo abriendo la comitiva hasta Valsaín, y es más divertido aún que ir a rueda. En el puente de los canales paramos a beber agua.
Y en el Bar La Pradera paramos a calentarnos con un caldito y a llenar nuestras almas con unos huevos con lomo y queso que quitan el sentido. Llamamos a Roberto, que ha llegado a casa, aunque ha pasado frío. Un café y varios refrescos después nos calzamos el caso y volvemos a coger el camino pero que pique hacia arriba hasta el aserradero para entrar en calor, luego bajada Bercial, caldeados con los primeros rayos de sol que han vencido a las tinieblas y al frío.
Carril bici y a Trescasas. Juan me acompaña hasta Palazuelos y se hace algún kilometrillo más hasta Segovia. Ha sido una jornada en la que hemos vencido al frío con la estufilla que nos proporciona la felicidad de una nueva senda por la que bajar.
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