viernes, 5 de noviembre de 2010

Suave Lluvia de Otoño


"[...]Enfrente, la montaña. Pasa la nube inmensa; 
toda suya... todo suyo. 
Huracanes de vientos; lluvia andante semiparalela 
y en todo el monte funerales alegres, naturales, 
de hojas muertas [...]
Me alegro de la lluvia y me alegro del viento. 
Si tengo frío, me caliento; 
si tengo miedo, ¡Que no lo tengo!, 
susurro y pienso... y para mañana 
ya me he comido mi pequeña ración de esperanza."
Tres puertas. Poesía Básica. Manolillo Chinato





1 de Noviembre de 2010. Montesdeoca y compañía daban nubes sin lluvia para el "lunes-de-todos-los-santos", así que perdonamos al domingo de borrasca y lo convertimos en tarde de padelaco en la pista cubierta de La Granja.
El lunes nos las prometíamos felices, pero el amanecer nos guardaba la peor de sus caras: unas nubes que no levantaban y una lluvia incesante. Después de las gestiones telefónicas y una hora de cama más tarde, Juan da el pistoletazo de salida: en Segovia ya no llueve, a las 10.50 en la raqueta de Palazuelos.
Me visto, desayuno, cojo la bici. En Trescasas caen tres gotas. En cuanto pongo el pie en la calle comienza a caer con fuerza, desde la ventana Noelia me despide con el dedo índice girando en la sien. No se muy bien que me quiere decir, creerá que no estamos muy cuerdos por salir con la que está cayendo.




Las primeras pedaladas empiezo a echar de menos el calor de la cama y el abrazo de las sábanas, pero en cuanto rompo a sudar me alegra tener a Juan como la voz de la conciencia que nos empuja a hacer estas cosas. Llego tarde y en la raqueta no hay nadie, Juan y Roberto me esperan cobijados bajo unos árboles. Cogemos el camino de Gamones una vez más, sorteamos balsas de agua por un terreno que aún puede drenar más agua. Seguimos paralelos a la CL-601 para llegar cuanto antes al resguardo del pinar de Valsaín.
Desde el CENEAM seguimos al Corzo, que se adentra en su hábitat por los Praderones Altos para guiarnos por senderos desconocidos, de los que se disfrutan incluso con lluvia, con zonas donde cuesta avanzar por el barro que se acumula. Mucho cuidado con las raíces, Juan y yo ya hemos tenido un aviso por una pasarela de madera con complejo de pista de patinaje.

Con la bici a cuestas paramos a tomar algo junto a unos árboles estampados por el colorido que deja el otoño en sus copas.



Algo rápido y a seguir, no nos podemos quedar fríos. Ahora empezamos a descender por un camino que se transforma en río que atravesamos como pececillos, Roberto y su muñeca nos agradecen esta trialera. Nos estamos viniendo arriba, esto de mojarse tiene su gracia (siempre y cuando mantengas las manos y los pies secos). Terminamos la bajada en la CL-601, junto a la fuente de los dos caños.
Bajamos a saludar al Eresma. Nos cruzamos con un padre y su hijo que vienen de coger níscalos, llevan para una cena, no más.

En el puente de Navalacarreta cruzamos el río, embravecido por las nieves y aguas de los últimos días.


Desde aquí a Valsaín a ritmo, siguiendo la estela de Juan, salpicando en los charcos, poniéndonos de barro hasta las orejas. Ya no hay miramientos, ¡que tiemble la lavadora cuando nos vea llegar!


Todavía nos queda deleitarnos con las sendas de la cola del pantano y a casita. Ha sido un buen día, unos 40 kilómetros bañados por una suave lluvia de otoño.






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