martes, 13 de diciembre de 2011

El bosque animado

"El bosque animado es una película de cine española dirigida en 1987 por José Luis Cuerda .
En el fantástico mundo del bosque animado se conoce a gente que se ha transportado a ese sitio por una fuerza mágica. Un bandido, un pocero, una niña que trabaja, un chico que no quiere trabajar, una muchacha que emigra, un fantasma que busca compañía...


Estos, y muchísimos personajes más, constituyen el diverso panorama que vamos descubriendo entre los árboles del bosque animado. Sus pequeñas historias componen un tejido al mismo tiempo humano y vegetal, se cruzan, se entrelazan, y es difícil llegar hasta sus raíces, saber cuándo empiezan y dónde terminarán."
Fuente: Wikipedia

Os invito a que disfrutéis de esta genial comedia "¡Me caso'n Soria!"

Me levanto con un mensaje amenazante de Juan Carlos, que viendo cómo ha amanecido prefiere quedarse en la cama. A mi me entran dudas y remordimientos, pero tampoco es que esté lloviendo, hay una niebla guarra, de las húmedas y que mojan, pero se pueden dar pedales.

Domingo 11 de diciembre de 2011. Le planteo a Juan llevar en coche las bicis hasta la puerta Cosíos y salir desde allí, pero nos damos cuenta que Roberto puede que haga hoy su aparición estelar, como al final así fue y decidimos mejor salir desde Segovia en bici. 
Carril bici hasta la glorieta de Palazuelos donde esperamos a Rober y desde allí cruzamos a la otra orilla, al carril para andarines que tiene arena y no salpica, que tampoco es cuestión de empezar la ruta con el trasero empapado. Nos adelanta más de una bici montada en coche. Otros que han tenido la misma idea.

La humedad, los colores del otoño y esa niebla daban un aspecto espectral al bosque, como a película de terror de serie B, como si estuviera encantado.


Una vez a resguardo en el pinar ya vamos sudando, no hay problema con la lluvia. Nos quitamos chubasqueros, bragas, gorros y otros atrezos. 


Y a braga quitada subimos hacia la Fuente de la Plata con la transmisión de Juan haciendo ruidos raros y saltando de piñón a piñón. Se retorcía la jodía cadena como queriendo salir, sobre todo cada vez que Juan, con su pedalada a cámara lenta, pedía más ritmo y la cadena saltaba como una posesa pidiendo un respiro, pero no había tregua... hasta la fuente de la plata... donde paramos a cargar las botijas. 


Aunque parezca increíble esta fuente que está seca la mayor parte del año, ya tira agua, pero un agua medio templada, no creas que estaba fría, pero se podía beber.

El bosque parece que decía: -"Venid, veenniiiddd seguid las tinieblas..."
Y seguimos subiendo, con la cadena canturreando. Daba escalofríos escuchar ese sonido, tiene que ser similar al de las ánimas penando por el purgatorio. Sólo que aquí el único que penaba era Juan que se le atragantaba el ritmo cada vez que daba una pedalada más fuerte que otra. Las raíces, piedras y trampas que nos dejaba el bosque tampoco ayudaban.


Ya sobre el asfalto de la pista del salto del corzo se dejaron de escuchar esos sonidos de ultratumba y se le vio a Juan más cómodo, como a molinillo.


Subida al raso del pino. En ese tramo pude escuchar algo que me heló la sangre: el silencio. Nada, ningún sonido, como si me hubiera quedado sordo. Es una sensación agradable pero a la vez extraña.
Arriba nos esperaban las últimas y escasas nieves. ¡Qué alegría cuando por fin pude rodar sobre el sólido elemento! Más sólido que nunca, porque estaba helada.


Paradiña junto a la estación metereológica, en el pino del Raso del Pino.


De camino al chozo del tío Blas, Juan nos dirige por el mismo camino que mil y una vez hemos perdido y las mismas veces hemos encontrado. Un camino que aparece y desaparece, por el que sólo circulan los que han sido invitados a este tramo de la sierra. 
Se veía venir, pero hasta que no ocurrió... Un pino de los de Valsaín (rudos como ellos solos) harto de ruidos infernales, atrapó a Juan entre sus fauces y como si de un adorno navideño se tratara le dejó colgado de sus ramas.


A Roberto y a mi se nos ve preocupados, aterrados, muertos de miedo. Hicimos todo lo que pudimos por liberarle, pero no hubo forma.

- ¡Por fin se hizo el silencio de nuevo!
-¡Déjale ahí! que espabile
No volvimos a ver a Juan hasta el mismísimo chozo. Se le veía cambiado, como engatusado, no levantaba la bici con el mismo entusiasmo. En campo abierto estaba lloviendo y seguro que fue por eso que no nos dimos cuenta de la que se nos avecinaba.


Nos abrió las puertas de la cabaña, donde nos pusimos a cubierto para comer algo y cambiarnos de camisetilla interior.


Aquello era un "after-hour", con sus luces azules, sus bancos para el ligoteo, su garrafa dos por uno... faltaba la música hasta que yo me puse a cantar y bailar para entrar en calor. No se hicieron fotos del evento por no herir la sensibilidad de los lectores.

¡Viva la fiesta!
Ya más secos nos enfundamos otra vez los chubasqueros y a bajar, como diría Perlita de Huelva, con: 
"precaución amigo conductor
que la senda es peligrosa 
y te espera tu madre o esposa 
para darte su abrazo de amor".




No se si fue esta canción la que rondaba por la cabeza, pero cada vez que se ponía el terreno complicado, a bajarse de la bici. En la fuente del montañero, que se encuentra en mitad del camino, apareció Doña Rogelia para darnos instrucciones sobre la bajada.

- Bajar con cuidado, ¡Leñe!
Y así seguimos, con un último tramo muy divertido que nos deja junto a un arroyo, donde se produce la transformación de Juan. Miradle la cara. No cabe duda, está endemoniado.


Bajamos por el esquinazo hacia la fuente de la plata, disfrutando por los senderos plagados de saltos y hojas. Sin llegar a cruzar el puente, más sendas y más hojas, animados por la velocidad y sorteando robles en un ambiente húmedo, todo un subidón de adrenalina.
Con Juan desatado buscando nuevos senderos por donde no los hay, terminamos trepando por uno de los puentes de madera, de esos que han hecho en el camino paralelo a la carretera de la Granja a Valsaín, para poder salir de una vía muerta.
En La Granja se produce la tragedia. Un Juan poseído o poseso, pierde el norte o la brújula que hasta ahora le venía guiando. Como alma que lleva el diablo empieza a callejear por parte de la Granja, urbanizaciones cerradas y por detrás de campos de fútbol sin ningún rumbo. Lo peor que nosotros dos como corderitos detrás de él, hasta que entró en razón y nos llevó a disfrutar de los cenagales de la cola oriental del pontón.
Acompañamos a Rober hasta Palazuelos y de allí a casa, una magnífica ruta por el bosque animado.



3 comentarios:

  1. Más que amenazante... mensaje de cobardica :(

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  2. Guauuuuuuuuuu!!!!!!!!!!!!!

    ¡¡Qué fotos!!
    Me has puesto los dientes largos...
    ¡¡Qué ganas de coger y salir!!

    Me encanta el sendero de la fuente del montañero hacia dos cabañas, es puro bosque, de sueño, con hadas y duendes!!! jajajajajaj

    Un besazo!! ♥♥♥

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  3. JC por haber hecho la ruta madrileña de hoy con jarrita de cerveza y tortilla final, te libras de la sanción correspondiente a la semana pasada. Que sea la última vez que te quedas en la cama!

    Toñi, ahí has dado con la cuestión. Ese sendero es simplemente de cuento, en cualquier época del año, pero es que el otro día estaba espectacular.

    Besos!

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