"El puerto del Reventón. Uno de los más antiguos caminos históricos en la sierra del Guadarrama utilizado desde el Siglo XIII como vía más directa de comunicación entre Segovia y Madrid, es el que une el Monasterio de El Paular y La Granja de San Ildefonso, atravesando la sierra y dividiendo a la misma en dos sectores: los Montes Carpetanos que llegan hasta el Puerto de Somosierra, y el Macizo de Peñalara que hacia el sur finaliza en el Puerto de los Cotos.
El Puerto del Reventón , con sus 2.039 metros de altitud, constituye el paso montañoso tradicional más elevado y emblemático de la sierra, que atravesaremos en esta ruta enlazando así los valles del Eresma y Lozoya."
Fuente: geographica.es
Ayer fue día de despedidas, trucos de magia y cenas. Se nos va Eva a hacer las amércias, con Fer que ya está allí preparando el nido, así que Eva nos deleitó con un ágape y un espectáculo de magia en la noche del sábado ¡mucha suerte chicos!
Para la salida del domingo, Juan lleva tiempo queriendo repetir la paliza del Reventón. Juan Carlos está sin bici por problemas logísticos y Roberto se ha quedado sin bici-puntos para el fin de semana. Quedamos Juan y yo, los fieles al Reventón.
Domingo 04 de septiembre de 2011. Salgo bien abrigado. Vamos a tener una etapa larga y hay que salir pronto. Son las 8 de la mañana y como buen segoviano, salgo con una rebequilla por si refresca. La temperatura tirando a fresquete, el sol no ha salido aún y los restos de una brumilla arrullan a la Mujer Muerta.
De camino al punto de encuentro sale el sol por fin y calienta mis pedaladas.
En la venta, sorpresa. Aparece Roberto con intención de acompañarnos hasta las diez, hora límite. Esto es un vicio y como tal hay que quitarse el mono a base de madrugones. Al fin llega Juan y nos ponemos en marcha.
Abrimos la ruta de hoy por la cada vez menos inundada cola del pantano, en breve los kamorkas podrán cruzar por su puente preferido.
Cruzamos el puente de las Pasaderas y rodamos hasta Valsaín, donde nos cruzamos con algún aldeano que vuelve de la verbena, de los encierros o vete a saber, que se pensaba que íbamos a la carrera de buggys.
Desde el CENEAM tomamos el sendero que descubrimos la semana pasada y que tanto nos gustó. Bajando es divertido pero subiendo es más entretenido todavía, entre pinos que casi no dejan pasar el sol y guardando el equilibrio entre rampas. Menos mal que Juan va marcando el ritmo y no pasa Roberto al frente, todavía nos queda una kilometrada. Cuando se acerca la hora Roberto se despide y se da la vuelta antes de llegar al puente de los mosquitos. Y se vuelve con una sonrisa en los labios porque en cuanto nos dejó ya estábamos con la bici al hombro, gajes del oficio...
En el puente menos coches de lo habitual, pero por el día que está haciendo seguro que esto se llena de domingueros, como el que nos encontramos en la carretera antes de la última revuelta, haciendo un cambio de sentido en mitad de un tramo de concentración de accidentes.
En la última revuelta cogemos la pista asfaltada, que como no, tiene otra perspectiva diferente a la de bajada. Subiendo se aprecian arroyos, saltos de agua, sendas por explorar, bonitos paisajes que si bajas "embalao" ni te enteras que existen. Imagino que andando será aún mejor, pero eso se lo dejamos a Toñi y sus muchachos.
Tomamos el desvío por el camino viejo del Paular para subir al tran-tran por la pista bien arreglada hasta que mi rodilla pide un respiro. Después de un descansillo seguimos hasta el puerto de Cotos, donde rellenamos botes y nos acercamos a la Venta Marcelino.
A esas horas la venta es un santuario de motoristas (muchos de ellos superan los 50) embutidos en sus monos de cuero y con sus relucientes monturas estacionadas en una competición por la moto del año. Mientras, nosotros damos buena cuenta de un pincho de tortilla y un café con churros, un buen final de puerto.
Saco la rebequilla porque hace fresco a esta altura y la tortilla merece ser degustada con tranquilidad.
Cambiamos el tenedor y los churros por el manillar para seguir dando pedales bajando por la carretera de Rascafría unos 500 m, donde nos desviamos por la ruta verde 5, ideal para pedalear según un track que llevo... aaaayyyy!!! esos tracks los carga el diablo!
Primeras pedaladas por una zona disfrutona, de las que, como dicen los del Corte Inglés te dan ganas de volver en primavera, para saber lo que son las tonalidades verdes; o en invierno, para someter a la bici a un slalom gigante. Nos acercamos hasta un mirador, por aquí dice Juan que le gusta perderse al amigo Angelín, buenos sitios elige.
Comienzan a verse algunas nubes, al fondo Peñalara vista desde la sierra de Madriz, menos áspera y más poblada, pero me sigo quedando con las vistas que se aprecian en la subida al chozo Aranguez, desde la vertiente segoviana.
El sendero sigue culebreando en el bosque, adentrándose en el Parque Natural de la Cumbre, Circo y Lagunas de Peñalara (vaya nombre más rimbombante).
Hasta que llegamos a unas trialeras previas al río Peñalara que nos piden desmontar, para bajar con la bici al hombro como el caso de Juan.
Y subir trepando a continuación para dar con una pista que nos parece una auténtica autopista.
No vamos bien de tiempo así que la visita al Monasterio del Paular para rezar dos padrenuestros tendrá que ser en otra ocasión. Seguimos esta pista que empieza un descenso lento pero continuado para empezar a subir de nuevo.
Según ganamos altura vamos viendo el paisaje que se abre a nuestros pies, a la vez que se va cerrando el día con unas nubes que piden guerra.
Enlazamos con la subida al Reventón a la altura de las zetas, una subida que castiga la falta de alimentos y a mi que me viene rugiendo el estómago desde unos kilómetros abajo, le doy el alto a Juan para llenar el depósito de glucógeno y otras chucherías.
La subida se hacer durilla, no te da tiempo a hablar mucho, pero en mi cabeza llevo una musiquilla repetitiva e infantil que me ha dejado mi sobrina, me sirve para sobrellevar el resto del puerto mientras sigo la rueda de Juan. Nos cruzamos con varios senderistas, que incluso nos ofrecen galletas.
El peor tramo cuando desaparece la pista y se convierte en un pedregal. No pudimos con esa subida y terminamos a pata.
Hacemos cumbre con un cielo encapotado que cubre hasta La Granja. Fotos de rigor, otra vez la rebequilla que ahora sí refresca y a bajar con tranquilidad.
La tranquilidad es un ratito montado y el resto a pie, que la bajada para el que le guste es una trialera en condiciones, pero nosotros somos más cojonines y preferimos no arriesgar, sobre todo después de un pequeño susto que me da la bici intentando descabalgar.
Las vistas, incluso con nubes, son espectaculares.
Llegando a Fuente Infantes empieza un cala-bobos que hace las delicias de Juan. Yo me estoy mojando, pero el tío lo agradece. Paramos a rellenar los botes, que van en las últimas, con un agua mucho más fresco que el de la fuente de cotos, donde va a parar.
La bajada desde aquí no tiene mucha historia, un camino con piedras y alguna zanja de la erosión del agua en la que se te embala la bici solita y te impide disfrutar de las vistas a La Granja, su palacio y el pontón.
A media bajada ha dejado de llover y se baja más relajado.
Aunque las nubes amenazan con descargar más agua.
Llegando al muro soltamos frenos y cogemos carrerilla hasta La Granja donde nos despedimos, Juan a Segovia y yo a Trescasas por carretera, que llego tarde a comer y no se puede dejar enfriar la paella de madre.
¡¡Qué máquinas!!
ResponderEliminar¡¡Subir al Reventón en bici!!
La leche, ¡¡qué envidia!!
SOIS UNOS MÁQUINAS!!!
Un abrazo.
Toñi esto en 3 semanas saliendo como has hecho este verano te lo subes sin problemas.
ResponderEliminarQué tal llevas la rodilla? Esperamos verte pronto por la sierra, aunque sea andando!!
Qué envidia me dais parando a comerse un pinchito a medio camino después de tanto esfuerzo, yo con los míos si los conocéis ya sabéis como son, de principio a fin sin parar y a sacar media
ResponderEliminarPinrreles estos son unos maleducados por no parar a saludar en las ventas y los bares de la zona. Eso de los geles y barritas energéticas es una mariconada, donde esté una buena cerveza y un pincho de tortilla... que nos quiten lo bailao.
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