jueves, 22 de septiembre de 2011

¡Viva la Virgen del Rosario! y ¡viva el tío Levita!

El Chozo de Majada Hambrienta. "En Majada Hambrienta encontramos un pequeño refugio y unos corrales de piedra donde se guardaba ganado en tiempos pasados.

El origen del topónimo pudiera deberse a que lo pastores que en ella permanecían al cuidado del ganado recibieran los suministros alimenticios desde el valle con menos frecuencia de la deseada y por ello pasaran hambre. Otra versión señala que al ser muchas las cabezas de ganada (ovejas) que subían a estas praderas de montaña en época veraniega agotaban el pasto y apenas podían comer.
El refugio fue restaurado por Conrado Martín hace pocos años (estaba totalmente hundido)"
Fuente: Libro Fuentes de los montes de Valsaín y su entorno. Ignacio Maderuelo Calle

Fiestas en honor a Nuestra señora del Rosario en Trescasas, con orquesta y disco móvil hasta las tantas de la mañana, al lado de casa, ¡qué alegría!, ¡qué alboroto! Yo ya no estoy para estas lides, ni para aguantar hasta las tantas tomando copas, mucho menos después de haber quedado a las 8.30 al día siguiente. El cuerpo, que es sabio, pide reposo y cama.

Domingo 18 de septiembre de 2011. Son las 8.10. Al final me he quedado dormido y si no es por mi hermano seguiría sobando. A las 8.15 estoy desayunando, vistiéndome y saliendo a toda prisa de casa. Está saliendo el sol y vemos los restos de la velada de ayer: los que todavía no se ha acostado y los kilos de basura del botellón.


Como llevamos prisa tiramos de carretera y tras unas llamadas mantenemos el punto de encuentro en el submarino, que no somos los únicos que llegamos tarde, lo siento por Roberto que encima tiene que volverse pronto.


No está el día para muchos alardes de mangas cortas, el cielo totalmente nublado y la temperatura ha caído en picado. Desde el pantano me llama la atención el cielo de Segovia, salpicado de globeros (de los que montan en globo), estos sí que tienen que estar pasando frío por ahí arriba.


En la venta San Isidro nos están esperando Juan Carlos y Rober. Hoy es baja Juan, que se nos ha ido a Valladolid a correr la media a un ritmo de 4:49, ¡grande Juan! veo que has dejado el pabellón bien alto.


Al final Roberto va a acompañarnos toda la ruta, que terminaremos pronto, hoy es el cumpleaños de madre y hay que preparar la comiscanda. Salimos por los siempre divertidos senderos del pantano, cada vez menos pantano y más río, para seguir hasta Valsaín y empezar la mañana subiendo por el CENEAM hacia la fuente del ratón.


Nos cruzamos con un biker de unos 70 tacos que baja tranquilamente de la cueva del monje, eso sí, sin casco. Me pregunto si llegaré a esa edad y, lo que aún es más importante, si podré seguir dando pedales o por el contrario el dolor de las articulaciones me habrá obligado a empujar las ruedas de una silla.




En este remanso de paz paramos a beber y yo a terminar de desayunar.


Seguimos hasta dar con la pista de la cueva del monje, que está preciosa a estas alturas del año, con las agujas que van perdiendo los pinos desparramadas por la carretera, formando un doble carril. Aprovechamos este tramo para recuperar.


Después del puente de Quebrados giramos a la izquierda y aquí ya se pone la cosa cuesta arriba: todos en fila de a uno siguiendo a Roberto, que lleva 3 semanas sin coger la bici (habría que confirmarlo porque yo creo que por las noches se hace series a escondidas) y parece que sube suelto.


Un inciso sobre la postura de Roberto encima de la bici, que ya me ha comentado Juan Carlos alguna vez. Si os fijáis, en todas las fotos sale igual: sentado, cuadrado encima de la bici, con cara de póker... mientras los demás nos retorcemos para seguir. Algún día haré un comparativo de las fotos, va cambiando el paisaje pero él sigue igual: misma cara, misma postura. 

Se hace dura la subida, paramos a reagrupar y continuamos.


Cruzamos los arroyos de Dos Hermanas y las Quebradas en el punto en que unen sus aguas, escasas, todo sea dicho; más bien cruzamos un pedregal con un poco de agua y seguimos por un senderillo que engancha con el camino que sube a Majada Hambrienta. 


¿Se podría considerar record del mundo estar a las 10:30 en el Chozo del Tío Levita? Pues es lo bueno que tiene madrugar, que aprovechas más el día (este concepto Alejandro aún no lo ha madurado) y en Septiembre se puede salir a estas horas, más adelante será complicado.


Paramos a repostar y he aquí que ayer me dio tiempo a prepararme este pequeño homenaje al sh-Chomin:


Domingo, ya se que no tiene la misma calidad que esos milhojas que montas, pero el concepto es el mismo: membrillo y queso (de burgos, eso sí).
Aquí la temperatura es de unos 11ºC, hay que abrigarse para no quedarse frío.


Bajamos por donde hemos subido, pero en bicis distintas. Le cambio la bici a Juan Carlos para que pruebe la Spe, algo tarde ya, pues será nuevo componente junto a Juan del equipo Orbea Alma.


En la pista asfaltada, antes de llegar al puente de Quebrados, investigamos un sendero que sale a la izquierda, bajando entre pinos por un camino que hace las delicias de Javi y que termina en un tubo, impresionante.

Dos fotos del mismo pinar, a diferentes alturas:

A unos 1700 m

A unos 1.400 m
Parando a hacer unas fotos me salgo de la pista y cuando saco la cámara,  me doy la vuelta, enciendo y veo a Roberto como una flecha que se tira detrás de mi. Menos mal que le dio tiempo a frenar, Juan Carlos que venía detrás, se encontró con una nube de polvo.


La senda termina en el camino que cogimos de subida a la fuente del ratón, pero aún es pronto y hoy estamos en plan investigación, así que dirijo la expedición por un senderillo que sale a la izquierda. 
" ¿Estás seguro que es por ahí?" pregunta Juan Carlos.
" ¡Pues claro! (que no)" respondo


Y la senda prometía, muy marcada en el primer tramo, pero empieza a adentrarse entre sabinos, jaras y malezas que se ceban con nuestras peludas y desprotegidas pantorrillas al aire. Algunos gritos y por-aquís después conseguimos salir de la trampa donde nos metimos. 

Javi, que está en plan circense, nos deleita con unos picados bajando una roca al estilo Laudrup, mirando a la grada en agradecimiento a sus admiradores/as.


Y como vamos bien de tiempo, intentamos por dos veces parar a tomar un pinchito de tortilla, pero parece que las ánimas (y los días de descanso después de las fiestas) se han vuelto contra nosotros y no encontramos un bar abierto en toda La Granja (tampoco nos dimos la vuelta para seguir buscando, la verdad). Pues nada, seguimos por la "otra" cola del pantano.


Y sin más nos despedimos de Juan Carlos, que tira para Segovia, de Roberto más adelante que tira para Palazuelos y de nuevo volvemos Javi y yo juntos como hermanos a Trescasas. Son las 12.45.




lunes, 12 de septiembre de 2011

La Chorranca y el Puerco


"Érase una vez, un salto de agua tan hermoso que tuvo que ser bautizado con un nombre para recordar..."


 Tranquilos, que esto no es ningún cuento para dormir a los críos, es el título tan "original" que se me ha ocurrido para relatar lo que hicimos el domingo.

Aunque primero, en orden cronológico, el viernes fue fiesta en Madriz (Santa María de la Cabeza, creo) y los segovianos que por castigo allí residimos, quedamos para hacer una nocturnada. Fue el estreno de Alejandro y Juan Carlos en la noche serrana y fue todo un éxito: subida a la Camorquilla con el sol cayendo, bocadillos, temperatura de 21ºC a media noche, bajada tranquila con David Getta de fondo y al final unas cervecitas para celebrar que terminamos sin un rasguño.

Habrá que repetir chavales

Domingo 11 de septiembre de 2011. Ayer de casetas por Valladolid hasta las tantas. Hoy Juan y yo hemos tenido que posponer la salida para poder descansar algo. También se viene mi hermano Javi, que al desguantado de Cuca le ha tocado currar. 
Hemos quedado en Gamones, pero me tengo que dar la vuelta casi a mitad de camino porque me he olvidado la mochila y yo soy como Pocholo, no puedo ir a ningún sitio sin mi mochila. ¡Y porque tengo que llevar casco! si no, cualquier día me dejo la cabeza...

Estaba hoy el tiempo extraño, una niebla se ha apoderado de la Sierra, pero según nos vamos acercando va asomando el sol y a subir la temperatura. Hacía tiempo que no quedábamos en Gamones y el paseo hasta la Granja se hace divertido, como siempre.
Vamos a llevar a Javi por la fuente de la Plata (que por estas fechas ni fuente ni plata), que le gustan los senderos y este es de los que te descubren un buen puñado de posibilidades una vez arriba.


En Los Tobarejos, la misma disyuntiva de siempre: por pista o por las zetas, pero mi hermano prefiere subir a pata que por pista y allá que le llevamos, una subida que siempre se me atraganta, te exprime al máximo, con unas rampas con algún tramo descarnado que no te dejan regular ni al hacer las curvas.


Vamos a salir al Salto del Corzo donde paramos a retomar el resuello y charlar un rato.


Seguimos por la pista asfaltada hasta la fuente de la Chorranca que haciendo honor a su nombre nos recibe con un buen chorro de agua fresca, sorprendente, sobre todo después de ver varias fuentes y ríos sin agua. Paramos a tomar un chisme y antes de quedarnos más fríos, a seguir bajando.



Aquí toma la delantera Javi, que disfruta como un enano con la senda que nos dirige hasta el salto de la Chorranca, con el paisaje...


...Y con algún tramo a pie, más bien bicicleta al hombro que tuvimos que bajar como las cabras, entre riscos, piedras, pedrolos y saltos. Un cambio de montura me deja claro porqué Juan coge con esa alegría su bici: ¡el carbono parece que es más ligero que otros materiales!


La llegada al espectáculo del salto de agua. El mismo caudal que emana de la fuente nos sorprende en el salto de la Chorranca.


Juan quiere darse un bañito, pero con estas temperaturas mejor refrescarse sólo las partes bajas, y se somete a un tratamiento de hidroterapia por el mismo precio.


Desde aquí una bajada algo peligrosa por una trialera entre arbustos que me regala más de un arañazo. Aquí es donde perdemos a Javi, que ha pasado como una exhalación por estos terrenos, haciendo cabriolas entre las piedras y dando saltos (el "cabra montés" le vamos a tener que llamar), hasta que enganchamos con la pista asfaltada de la cueva del monje.


Y como os podéis imaginar por el título de la entrada terminamos subiendo al cerro del Puerco, muy socorrido para este tipo de salidas cortas.


A mi hermano parece que le gustaron tanto las vistas como el juego que ofrecen las rocas allí puestas.



Un vistazo a los restos de las trincheras que quedan y a bajar, que para eso hemos subido.




Durante parte de la bajada a Javi no le oí otra cosa que -"¿...esto conecta con el Ceneam? ...¿por aquí se puede ir al Ceneam?", pues no parece.




Y por ahí tampoco hay salida.



Y es que el amigo Cuca se dejó esta semana los guantes junto a una fuente (no vamos a decir cuál, entre otras cosas porque ni él mismo ha sido capaz de encontrarla) y quería mi hermano ir a buscarlos, pero llevábamos hora. Desde aquí hago un llamamiento para el que los encuentre por favor pase a devolverlos a su dueño, se gratificará.
Llegando casi al aserradero, no os lo vais a creer (sobre todo Paco), pero Juan pinchó. Una pequeña grieta en esas pedazo de cubiertas que no puede sellar el líquido casi seco que queda en la rueda.



Pero estamos ya como en la Fórmula 1, en 5 minutos hemos cambiado neumáticos, metido presión, llenado los depósitos y limpiado el casco.
El resto de la vuelta por senderos hasta la Granja, pantano donde despedimos a Juan y a Trescasas juntos como hermanos...

En el Pontón Javi hace alarde de bici con algo que siempre he querido hacer y nunca me he atrevido a intentar (ni me atreveré): bajar las escaleras montado, sobre todo esos 4 primeros escalones asesinos que acojonan a cualquiera.




martes, 6 de septiembre de 2011

Fieles al Reventón

"El puerto del Reventón. Uno de los más antiguos caminos históricos en la sierra del Guadarrama utilizado desde el Siglo XIII como vía más directa de comunicación entre Segovia y Madrid, es el que une el Monasterio de El Paular y La Granja de San Ildefonso, atravesando la sierra y dividiendo a la misma en dos sectores: los Montes Carpetanos que llegan hasta el Puerto de Somosierra, y el Macizo de Peñalara que hacia el sur finaliza en el Puerto de los Cotos. 

El Puerto del Reventón , con sus 2.039 metros de altitud, constituye el paso montañoso tradicional más elevado y emblemático de la sierra, que atravesaremos en esta ruta enlazando así los valles del Eresma y Lozoya."


Ayer fue día de despedidas, trucos de magia y cenas. Se nos va Eva a hacer las amércias, con Fer que ya está allí preparando el nido, así que Eva nos deleitó con un ágape y un espectáculo de magia en la noche del sábado ¡mucha suerte chicos!

Para la salida del domingo, Juan lleva tiempo queriendo repetir la paliza del Reventón. Juan Carlos está sin bici por problemas logísticos y Roberto se ha quedado sin bici-puntos para el fin de semana. Quedamos Juan y yo, los fieles al Reventón.

Domingo 04 de septiembre de 2011. Salgo bien abrigado. Vamos a tener una etapa larga y hay que salir pronto. Son las 8 de la mañana y como buen segoviano, salgo con una rebequilla por si refresca. La temperatura tirando a fresquete, el sol no ha salido aún y los restos de una brumilla arrullan a la Mujer Muerta.


De camino al punto de encuentro sale el sol por fin y calienta mis pedaladas.


En la venta, sorpresa. Aparece Roberto con intención de acompañarnos hasta las diez, hora límite. Esto es un vicio y como tal hay que quitarse el mono a base de madrugones. Al fin llega Juan y nos ponemos en marcha.


Abrimos la ruta de hoy por la cada vez menos inundada cola del pantano, en breve los kamorkas podrán cruzar por su puente preferido.


 Cruzamos el puente de las Pasaderas y rodamos hasta Valsaín, donde nos cruzamos con algún aldeano que vuelve de la verbena, de los encierros o vete a saber, que se pensaba que íbamos a la carrera de buggys.


Desde el CENEAM tomamos el sendero que descubrimos la semana pasada y que tanto nos gustó. Bajando es divertido pero subiendo es más entretenido todavía, entre pinos que casi no dejan pasar el sol y guardando el equilibrio entre rampas. Menos mal que Juan va marcando el ritmo y no pasa Roberto al frente, todavía nos queda una kilometrada. Cuando se acerca la hora Roberto se despide y se da la vuelta antes de llegar al puente de los mosquitos. Y se vuelve con una sonrisa en los labios porque en cuanto nos dejó ya estábamos con la bici al hombro, gajes del oficio...


En el puente menos coches de lo habitual, pero por el día que está haciendo seguro que esto se llena de domingueros, como el que nos encontramos en la carretera antes de la última revuelta, haciendo un cambio de sentido en mitad de un tramo de concentración de accidentes.


En la última revuelta cogemos la pista asfaltada, que como no, tiene otra perspectiva diferente a la de bajada. Subiendo se aprecian arroyos, saltos de agua, sendas por explorar, bonitos paisajes que si bajas "embalao" ni te enteras que existen. Imagino que andando será aún mejor, pero eso se lo dejamos a Toñi y sus muchachos.


Tomamos el desvío por el camino viejo del Paular para subir al tran-tran por la pista bien arreglada hasta que mi rodilla pide un respiro. Después de un descansillo seguimos hasta el puerto de Cotos, donde rellenamos botes y nos acercamos a la Venta Marcelino.


A esas horas la venta es un santuario de motoristas (muchos de ellos superan los 50) embutidos en sus monos de cuero y con sus relucientes monturas estacionadas en una competición por la moto del año. Mientras, nosotros damos buena cuenta de un pincho de tortilla y un café con churros, un buen final de puerto.


Saco la rebequilla porque hace fresco a esta altura y la tortilla merece ser degustada con tranquilidad.


Cambiamos el tenedor y los churros por el manillar para seguir dando pedales bajando por la carretera de Rascafría unos 500 m, donde nos desviamos por la ruta verde 5, ideal para pedalear según un track que llevo... aaaayyyy!!! esos tracks los carga el diablo! 


Primeras pedaladas por una zona disfrutona, de las que, como dicen los del Corte Inglés te dan ganas de volver en primavera, para saber lo que son las tonalidades verdes; o en invierno, para someter a la bici a un slalom gigante. Nos acercamos hasta un mirador, por aquí dice Juan que le gusta perderse al amigo Angelín, buenos sitios elige.


Comienzan a verse algunas nubes, al fondo Peñalara vista desde la sierra de Madriz, menos áspera y más poblada, pero me sigo quedando con las vistas que se aprecian en la subida al chozo Aranguez, desde la vertiente segoviana.


El sendero sigue culebreando en el bosque, adentrándose en el Parque Natural de la Cumbre, Circo y Lagunas de Peñalara (vaya nombre más rimbombante).


Hasta que llegamos a unas trialeras previas al río Peñalara que nos piden desmontar, para bajar con la bici al hombro como el caso de Juan.


Y subir trepando a continuación para dar con una pista que nos parece una auténtica autopista.


No vamos bien de tiempo así que la visita al Monasterio del Paular para rezar dos padrenuestros tendrá que ser en otra ocasión. Seguimos esta pista que empieza un descenso lento pero continuado para empezar a subir de nuevo.



La flora no es muy diferente a la que hemos encontrado durante toda la ruta, pero vamos disfrutando igual, llenando los pulmones de aire, no de eso que se respira en la ciudad.
Según ganamos altura vamos viendo el paisaje que se abre a nuestros pies, a la vez que se va cerrando el día con unas nubes que piden guerra.


Enlazamos con la subida al Reventón a la altura de las zetas, una subida que castiga la falta de alimentos y a mi que me viene rugiendo el estómago desde unos kilómetros abajo, le doy el alto a Juan para llenar el depósito de glucógeno y otras chucherías. 
La subida se hacer durilla, no te da tiempo a hablar mucho, pero en mi cabeza llevo una musiquilla repetitiva e infantil que me ha dejado mi sobrina, me sirve para sobrellevar el resto del puerto mientras sigo la rueda de Juan. Nos cruzamos con varios senderistas, que incluso nos ofrecen galletas. 
El peor tramo cuando desaparece la pista y se convierte en un pedregal. No pudimos con esa subida y terminamos a pata.




Hacemos cumbre con un cielo encapotado que cubre hasta La Granja. Fotos de rigor, otra vez la rebequilla que ahora sí refresca y a bajar con tranquilidad.


La tranquilidad es un ratito montado y el resto a pie, que la bajada para el que le guste es una trialera en condiciones, pero nosotros somos más cojonines y preferimos no arriesgar, sobre todo después de un pequeño susto que me da la bici intentando descabalgar. 


Las vistas, incluso con nubes, son espectaculares.


Llegando a Fuente Infantes empieza un cala-bobos que hace las delicias de Juan. Yo me estoy mojando, pero el tío lo agradece. Paramos a rellenar los botes, que van en las últimas, con un agua mucho más fresco que el de la fuente de cotos, donde va a parar.



La bajada desde aquí no tiene mucha historia, un camino con piedras y alguna zanja de la erosión del agua en la que se te embala la bici solita y te impide disfrutar de las vistas a La Granja, su palacio y el pontón.


A media bajada ha dejado de llover y se baja más relajado.


Aunque las nubes amenazan con descargar más agua.



Llegando al muro soltamos frenos y cogemos carrerilla hasta La Granja donde nos despedimos, Juan a Segovia y yo a Trescasas por carretera, que llego tarde a comer y no se puede dejar enfriar la paella de madre.