miércoles, 9 de noviembre de 2011

Madrid - El Escorial

Desde que Juan Carlos contactó conmigo a través de esta página, allá por el mes de abril, hemos hecho varias salidas por Madriz e incluso se apuntó enseguida a acompañar a los Segobike, siendo ya uno más de nosotros. Da gusto pedalear con él, siempre tiene conversación interesante, nuevos retos y una sonrisa durante todo el camino.

Esta era una de las rutas que teníamos pendiente de hacer este verano. Casualidades de la vida, este fin de semana los dos nos quedamos en Madriz y el domingo la borrasca parecía remitir, ideal para salir a rodar por la senda merina. Con lo que no contamos fue con el viento huracanado.

Domingo 6 de noviembre de 2011. Salimos a las 9.00 desde el punto de encuentro de las salidas veraniegas: el teleférico de rosales. Desde allí salimos a la Casa de Campo, invadido por deportistas de todo tipo: ciclistas, atletas, gente con ganas de pasear... 
Se notan ya las primeras lluvias de otoño que han dejado caminos húmedos y el verde vuelve a asomar.


También se nota lo avanzado del otoño. Aunque parezca mentira esta foto también está hecha en la Casa de Campo.


Salimos por la Vereda del Camino de la Carrera, por la que ya hemos hecho alguna otra salida. Está bien señalizada como Senda Merina, con pintadas en postes, piedras, columnas y otro tipo de mobiliario urbano.


 En los primeras pedaladas las ruedas se pegan al barro y cuesta avanzar, esto sumado a la térmica de manga larga y a la buena temperatura, nos hacen sudar en seguida.
La ruta que he llevado en otras ocasiones para llegar a Villanueva del Pardillo, cambia cuando llegamos a Monteclaro, donde Juan Carlos añorando la bici-al-hombro nos hace saltar "el muro" para seguir el camino original.



Pensaba yo que esta sería una etapa rodadora y sencilla, pero en la urbanización Ciudad Bonanza no estaba Maiquel Landon esperándonos en la Ponderosa, sino que nos acechaba un peligro: una nueva raza de ardillas asesinas gigantes que atacan las ruedas de los coches y bicicletas, algo que no habíamos encontrado nunca en la Sierra.


 Seguimos rodeando la urbanización Las Lomas, más parecido a una ciudad que a una urbanización, hasta que salimos al Camino de la Venta de San Antón, menos civilizado y con grandes vistas a la Sierra.


Desde aquí se ven las cumbres salpicadas por las primeras nieves y nos preguntamos qué habrán hecho hoy Juan y Roberto, seguro que han pisado nieve, qué envidia.


Cruzamos el río Guadarrama por carretera con precaución y entramos en la urbanización de Villafranca del Castillo para hacer una parada a repostar. Vamos sobre el horario previsto para coger el tren de las 13.15 de vuelta a Madriz.
Reanudamos la marcha con un pequeño despiste que nos hace cruzar un túnel inundado un par de veces para volver a coger el Camino de la Venta de San Antón en dirección a Colmenarejo.


Y aquí, a campo abierto, empieza nuestro infierno personal. Un viento huracanado y racheado nos impide avanzar, nos cuesta 4 o 5 veces más dar pedales, lo de ir a rueda es imposible, el viento entra por todos lados. 
Aquí me viene a la mente una gran verdad, que en más de una ocasión he oído al gran Perico Delgado en esas retransmisiones soporíferas del Tour en la que Carlos de Andrés empieza a preguntar que si el viento da de lado o que si viene por detrás: "Al ciclista todo le da por detrás*, salvo el viento que siempre le da de cara". 
*Reemplazar la palabra "detrás" por "culo", que el Tour coincide con el horario infantil.


A lo lejos se divisa el aeródromo y para mi se hace imposible alcanzarle. Pedalear, pedalear, pero aunque está a mano no veo que avancemos. Aquí entra en juego la cabeza de cada uno y yo me empiezo a venir abajo, hasta que veo a Juan Carlos que no se rinde, sigue dando pedales. Pues yo no puedo ser menos, aunque las rachas de viento me tengan como la bandera del aeródromo, agarrado a la bici para no salir volando.


Y pasado el aeródromo nos queda lo peor, que ahora hay que subir lo que en condiciones normales sería una tachuela y que hoy es el mismísimo Turmalet, al menos las piernas así me lo indican. Voy cargadito de piernas ya.


Y viendo que voy con la reserva, Juan Carlos propone acortar algo la ruta atravesando por Colmenarejo, algo que agradezco y que me sirve para recuperar. Entramos en la Cañada Real, que nos baja hasta el pantano de Valmayor, muy por debajo de su nivel.
Juan Carlos, conocedor de esta zona, me dice que nunca había visto así el pantano.


Junto al pantano y entre árboles no se siente tanto el aire. Además ahora nos metemos en la mejor parte de la ruta, una senda culebrera que zigzaguea junto al pantano entre árboles, ramas y arbustos. En más de una ocasión nos cruzamos con bikers en sentido contrario.


Cruzamos el embalse de los Arroyos que según me cuenta Juan Carlos sirve agua las urbanizaciones de alrededor.


Mal color y olor tenía el otro día.


El tramo que nos queda es por caminos por zona de pasto, bien marcados, pero con el maldito viento de nuevo en contra. Sopla con menos fuerza, pero sigue soplando, sobre todo cuando te confías y piensas que ha terminado la pesadilla, el aire en la cara que te impide escuchar te recuerda que aún no hemos terminado.
  


Al cruzar las vías del tren por la pasarela es cuando más se nota el viento, tanto que hay momentos que parece que el aire te va a tirar. Incluso cuesta abajo tienes que dar pedales para no quedarte parado.

Unas cuantas porteras por abrir y cerrar,...










...algún sendero aburrido más,


y dos pases de pecho a unas reses bravas después...




...¡por fin! se ve el monasterio, a lo lejos pero se ve.


Paramos en una gasolinera a limpiar las bicis, que van finas de barro y con un eurete tenemos para limpiar las dos. Por las calles de El Escorial vemos que el vendaval ha hecho estragosHabría sido una bonita foto de los dos en el Monasterio del Escorial para cerrar la crónica, pero ni yo tenía ganas de subir hasta allí, ni se lo propuse a Juan Carlos, que también lo agradeció. Es entonces cuando pienso que Juan nos habría metido con las bicis a visitar el mismísimo Monasterio, pero como hoy no ha venido, de cabeza a la estación a esperar el tren en el mítico bar "Parada y Fonda", toda una señal.


Unas jarritas y unos pinchos después, de vuelta a Madriz en un viaje de una hora hasta Sol.


Y desde allí a casa, que llegamos tarde a comer.




4 comentarios:

  1. Cruzarme contigo, Ramón, y con el resto de segobike (Juan y Roberto), ha sido una de las mejores cosas que me han sucedido en los últimos tiempos. Si le preguntais a cualquier persona cercana a mí os dirá que no paro de hablar de vosotros, de las rutas que hacemos y de las risas que nos echamos. Os debo mucho, la verdad.

    Mil gracias por la crónica!!

    Un abrazo

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  2. Vaya , vaya, así que echasteis en falta al rodador de turno que os llevase en volandas por esos caminos de Dios.
    A ver si la próxima vez no te quejas, Ramón diciendo NO HAS DEJADO DE DAR PEDALES NI TOMANDO LAS CURVAS jajaja
    Los de Segovia no sufrimos el viento pero si la congelación extrema de los pies.
    A ver si este finde estrenamos bici JC.
    Un abrazo.

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  3. JC, imagino que no paras de hablar de nosotros pero bien, no me gustaría que vayas contando por ahí que nos gusta ir con la bici a cuestas ;-)

    Hombre Rober Vander Brasco, te digo que el otro día ni un pelotón de holandeses puestos en abanico nos habrían resguardado de las ráfagas huracanadas de hasta 120 km/h que sufrimos para llegar. Tranquilo que el pedido de calcetos está en marcha

    Nos vemos el domingo!!

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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