La Temporada del heno. "Desde últimos de mayo, junio y hasta el 25 de Julio, festividad de Santiago apóstol, se llevaba a cabo la siega. Antaño, la unidad funcional era la cuadrilla. y estaba formada por un número de 10 segadores aunque lo normal eran 4 hoces y un atador.
Actualmente, la cuadrilla ha sido sustituida por las máquinas y y los tractores. Aceleran el proceso de recogida y limpia. Una máquina vale entre 25 y 30 millones y se "pule" entre 8 y 16 Ha diarias, todo depende de la calidad de ésta.
La jornada de un segador transcurría de sol a sol, de 6 de la mañana a 9 de la noche. Se paraba desde la 1 del mediodía hasta las 4 y se aprovechaba para comer y descansar en la merecida siesta. Eran horas duras para estar al sol."
Fuente: La almenara
Ya no sabe uno como titular las últimas entradas. Todo el día de chozos... alguno se va a pensar que es un lupanar, pero nada más lejos de la realidad. El caso que teníamos que mostrar a los amigos las nuevas adquisiciones y así estábamos Juan y yo, con la ilusión de 2 niños enseñando los últimos cromos, imprescindibles para terminar el album de la liga. Creemos que lo disfrutaron, porque mientras pateábamos el pinar en busca de la senda perdida no escuchamos insultos.
Domingo 20 de julio de 2011. Dani se ha quedado en la cama después de su "toledan's night" y Paco está de relax. Vuelven Roberto y Juan Carlos, que junto con Juan y yo llegamos a la insuperable cifra de 4, vamos creciendo.
De camino a la Venta San Isidro el paisaje sigue cambiando. Esta vez ha comenzado la temporada de la siega del forraje, se ven las pacas apiladas a ambos lados de la carretera y las hierbas recién segadas que levantaban más de 1 metro quedan esparcidas por el suelo.
En la Venta nos encontramos con los Sherpas que después de la etapa nocturna, hoy van en busca de la fuente del intendente, que no tiene nada que ver con Mortadelo, Filemón y la TIA.Vamos de charla hasta el pantano, donde los sherpas tiran hacia la cola y nosotros seguimos por la senda pegada a la carretera hasta La Granja. Queremos volver pronto y tampoco queremos maltratar a Roberto el día de su esperada reaparición.
En el campo de Polo vemos la puerta que han calzado a tan grandioso estadio, es espectacular, pero no tiene cabida aún en mi doctorado sobre puertas y porteras que últimamente tengo tan abandonado.
Seguimos al tran-tran por la pista asfaltada que lleva al Salto del Corzo. Juan Carlos lleva tiempo sin pisar esta zona, la última vez dice que era un camino en mal estado. Pepiño es así, igual te deja empantanada una circunvalación que te asfalta una pista forestal y se queda tan ancho.
Llegando a los Tobarejos se empieza a agradecer la sombra.
Hoy parece que hay prisa, vamos subiendo tranquilos y todos a buen ritmo, así que no paramos para reagrupar en el Salto del Corzo ni siquiera para echar una meadilla.
Ya en el desvío hacia el Raso del Pino, en fila de a uno hasta la chorranca, donde paro a hablar por teléfono y a retomar el resuello.
Baja gente cargada de mochilas con sacos y esterillas. Han pasado la noche al raso, bajo un cielo estrellado y con una temperatura que empezaremos a echar de menos las noches de julio en Madriz.
Juan persigue repetir su proeza de subir la siguiente rampa sin empujar la bici y cuando más cerca lo tiene, resbala con una raíz.
Croqueta en el argot Kamorkero |
No vamos a decir que volamos para socorrerle, porque como se ve en la foto hay más gente parada que andando, pero tampoco hubo risas, jejeje
La llegada a las praderas de Majada Aranguez nunca dejan de sorprendernos. Cuando estás sorteando matorrales y raíces, de repente se abre ante ti una explanada custodiada y salpicada por varios pinos con el fondo del pico pelado de Peñalara.
A Juan Carlos parece que también le gustó la zona.
Llegamos al Chozo Aranguez. Se nos ha adelantado una manada de caballos que pastan a sus anchas junto a la cabaña y que si te descuidas se te llevan el bocadillo y alguno se diría que sabe montar en bici.
El hombre que susurra a los caballos |
Las vistas en un día despejado como hoy, espectaculares. Y no lo digo por los cuatro que se metieron en primer plano, sino por lo que está justo detrás y no se ve. El que quiera comprobarlo que suba a verlo.
Y habiendo llegado hasta allí, como buenos anfitriones vamos a enseñar a Juan Carlos el "nidito de amor". Ya vimos que tiene muchas posibilidades, cocina al aire libre, amplio patio y buen trastero. El día que nos encontremos las maletas en la puerta ya sabemos donde mudarnos.
El interior tan cuidado como siempre, con sus víveres y utensilios de cocina. Incluso las sobras de un botellón de calimocho allí se han quedado.
No hacen falta cuadros en la pared. Lo mejor del chozo son las vistas.
Hora de reponer energías, sentados junto al arroyo de Peñalara. Se estaba de lujo, agua fresca y buena compañía.
Dani, te perdiste el salami que subí en tu honor. ¡Cómo echamos de menos esa doble vuelta de chorizo!
N.d.A.: que conste que todo lo que está tirado por el suelo volvió a Segovia |
Estaba pensando si publicar esta foto, pero no me puedo resistir. Nos debemos a nuestro público y seguro que las visitas al blog se verán multiplicadas. ¡Disfrutad muchac@s!
Piraaataaaa |
Pero bueno al menos ahora toca bajar.
Cruzamos la Chorranca y vamos hacia el Raso del Pino, nos queda aún el cromo del Tío Blas. Buscamos un camino alternativo hasta la Majada del Tío Blas.
Pero este cromo hay que trabajarle, cruzar algún arroyo, patear bici al hombro.
Juan Carlos ya empieza a saborear las mieles de la bici-voladora. Es un precio que hay que pagar, pero merece la pena.
A Roberto cada vez que le preguntamos dice que no le duele, así que para delante.
Llegamos a la Majada del Tío Blas.
Foto de equipo y visita guiada. Todo incluido en el mismo precio
La vuelta, en un intento por evitar trialeras, rocas, saltos y descargaderos, la vamos a hacer hacia Dos Cabañas. Juan va olisqueando los senderos, siempre sin perder mucha altura, pero ninguno ciclable. Al menos nos permite encontrar una pista más ancha después de patear un rato.
Después de trajinar campo a través, por donde hemos andado, esto es una autopista tapizada de piñas y verde.
Un senderito divertido de bajada paralelo al arroyo del Cañón nos deja en la bonita pradera del Vado de Oquendo, hoy para cruzar sin utilizar el puente el arroyo de los Carneros , que aunque no baja muy crecido sirve para refrescar.
Roberto dice que todavía aguanta, así que bajamos desde los Tobarejos hacia la fuente de la Plata, por el camino que solemos subir y que hoy bajando nos gusta todavía más.
Y el remate, sin cruzar el puente zigzagueando entre robles y cruzando el río, regalo de Juan.
Carril bici y a casa. Sobredosis de senderos bajando, le felicito a Juan por esa selección. Mientras nos despedimos en el submarino amarillo nos pasan parte de los Kamorkas, imagino que la grupeta que tiene que volver antes.
Y a las dos menos cuarto limpiando la bici, en mi casa no se lo creían.